OPINIÓN

Monólogo de Alsina:"Sánchez tiene sus propios canales de negociación abiertos, pero están camuflados de comisiones bilaterales entre ministros y consejeros"

Con todo el respeto para Pablo Echenique, yo la próxima vez le pregunto a Bolaño.

@carlos__alsina

Madrid | 17.10.2018 08:06

Si usted quiere conocer los planes de Pablo Iglesias, lea La Razón en lugar de preguntarle al otro Pablo. ¿Están ustedes intentando persuadir a Esquerra Republicana para que apoye los Presupuestos?,le pregunté ayer a Echenique.

No estaban hablando con Esquerra. En estos momentos. Igual se refería Echenique al minuto exacto en el que le hice la pregunta. A las nueve menos diez de la mañana no estaban hablando con Esquerra. Y tampoco sabía nada Pablo de que el otro Pablo fuera a verse con Oriol Junqueras en la cárcel.

La próxima vez, amigo Echenique, le pregunto a Bolaño.

En efecto, Iglesias volverá a ejercer de embajador de Pedro ante el gobierno independentista de Cataluña. Ministro sin cartera, co-presidente, cabeza visible de los persuasores, como usted prefiera. Que este programa de gobierno que pactaron Pedro y Pablo en la Moncloa la semana pasada pase del papel a los hechos está en manos de esta otra pareja (pareja a palos) que sigue gobernando Cataluña por personas interpuestas: Junqueras, desde la prisión, Puigdemont, desde la mansión.

Sánchez tiene sus propios canales de negociación abiertos, pero están camuflados de comisiones bilaterales entre ministros y consejeros. No hay semana en la que no se acerque a Madrid, capital del Estado opresor, la señora Artadi, que presume de verse con frecuencia con altos cargos (muy altos) del gobierno y del PSOE. Pero lo que no aprobaría nunca el equipo de marketing político que maneja la Moncloa (una visita del presidente del gobierno al recluso, un viaje a Bruselas para verse con el de Waterloo) sí lo puede hacer (y lo quiere hacer) el líder de Podemos. Cuya sintonía con Junqueras es conocida, cuya relación con Puigdemont (guasap mediante) es buena y cuyo afán por aparecer como mediador (constructor de puentes, que diría Colau) y muñidor de acuerdos es notable. Juega Iglesias las cartas que tiene para ganar peso en Cataluña, tras el batacazo de las últimas autonómicas, y para disputarle protagonismo a Ada Colau, en ausencia de un Xavier Domenecq prematuramente jubilado.

El problema es que ese partido de izquierdas, que gobierna (es un decir) Cataluña en alianza con un partido de derecha, proclamó hace un año que la República independiente ya es un hecho y que el único proyecto aceptable es la Constitución de la Cataluña soberana. Pasar de eso a abrazar medidas económicas del gobierno de España, pasar de eso a admitir que el Estado español puede aprobar medidas que mejoran la vida de los catalanes oprimidos requiere de un salto argumental que Esquerra probablemente acabará dando pero para el que requiere tiempo. No vaya a acabar siendo Rufián quien sea acusado por los CDRs, a base de apretar y apretar, de venderse por 900 monedas de plata de salario mínimo.

En su doble papel, a lo barón Ashler, de socio de Sánchez pero, a la vez, amigo del alma del independentismo, Iglesias estuvo tibio a la hora de criticar ayer al gobierno central por recurrir al Constitucional la resolución que impulsó su grupo en el Parlament en contra del rey Felipe. Si el recurso lo hubiera presentado Rajoy habría sido acusado de meter siempre al Tribunal en la pugna política, pero como es Sánchez quien lo hace, se abstiene Iglesias de atacar directamente al presidente.

Ya, pero Sánchez complica la solución política al conflicto recurriendo al Constitucional o se limita a hacer lo que debe. La explicación que ha dado Carmen Calvo es bien clara: no se trata de que el Parlamento Catalán emita una opinión política como si no existiera diversidad de opiniones en la Cámara, se trata de que se plasmó esa opinión en una resolución que fue votada por los diputados. Dando a entender que corresponde a un parlamento autonómico tomar postura sobre la forma que ha de tener el régimen parlamentario de España. El Constitucional dirá, en su momento, cuál es el criterio correcto. Y hombre, ya que se pone, que eche un vistazo al resto de la resolución. Esta parte en la que da instrucciones sobre los temas que debemos abordar los medios de comunicación, los enfoques e incluso los minutos.

Esto que dijo Pedro Sánchez en su primera entrevista como presidente (tampoco ha dado tantas) adquiere hoy pleno significado. Dijo Sánchez —y dijo bien— que la UE para nosotros ya no es política exterior, internacional, sino política doméstica.

La Unión es territorio común y la política en Europa es política interior. Razón de más para tratar este episodio que tiene como protagonista a un señor llamado Jan Pelma (perdón, Jan Peumans) que le ha cogido gusto a hacer de papagayo del repertorio independentista: que si España reprime, que si es antidemocrática, que si vive Franco. Si este señor Pelma fuera un particular colega de Puigdemont no pasaría nada. Pero como es el presidente del Parlamento regional de Flandes (y colega de Puigdemont) a Borrell le ha tocado llamar al orden al embajador belga y le ha retirado el estatus diplomático a otro señor, el delegado del gobierno de Flandes en Madrid. Dirá usted: ¿Flandes es una región que tiene un gobierno que tiene delegados en otros países? Eso es. Y al delegado (que es un embajador regional) le han retirado el estatus. A ver cuánto tarda en decir el coro independentista que Borrell también complica la solución del conflicto.

Por cierto, como la Unión Europea es política doméstica, Juncker es tan nuestro como Ábalos y a Macron lo conocemos más que al secretario general del PP, no tiene mayor relevancia que Pablo Casado se vaya a Bruselas (que es como irse a Cuenca) a predicar ante sus colegas conservadores europeos que los Presupuestos de la izquierda le parecen el suicidio de España. Carece de relevancia y es paradójico que pretenda dársela el gobierno recurriendo a los mismos clichés de siempre. Esto de criticar al opositor que dice en Bruselas lo mismo que dice aquí de traicionar a la patria. Que es justo lo que hacía Rajoy con Sánchez cuando éste le criticaba la política económica en Europa. Rajoy zumbándole a Sánchez, ¿se acuerda usted?, por no apoyar a De Guindos para el Banco Central Europeo. El muy traidor.

El postureo del PP y el PSOE dependiendo de quién está en el gobierno y quién en la oposición lo tenemos ya tan visto que es un tostón. Póngase a lo importante y déjense de cuentos.