Comenzó esta medianoche la quincena de mítines a todas horas con los líderes martilleando en los mensajes que ustedes ya conocen, convencidos todos ellos —o eso dicen— que esta vez la campaña puede decantar muchos votos, a la espera de ver cómo le va a Soraya con los tres tenores en el debate del lunes y habiendo digerido los equipos de campaña esta fotografía de partida que ha publicado el CIS. La pole y la primera línea de parrilla. A Rajoy no le discute nadie la primera plaza, al menos en este momento (inicial) de la partida. Con el CIS en la mano se dejaría sesenta escaños de la mayoría absoluta que ha tenido estos años, pero le sacaría cuarenta a los socialistas. Primer grupo parlamentario, de largo, al que le faltarían cincuenta diputados para tener una legislatura tan cómoda como ésta, para sacar adelante siempre lo que la pareciera oportuno y rechazar siempre que quisiera las propuestas de la oposición. Cincuenta diputados. ¿Quién tiene cincuenta diputados, o quién tendría? Pues si, Ciudadanos. Sesenta y cinco le atribuye el CIS. Visto así, con una cierta simplicidad, si quieren, o pensando en la cuenta de la vieja más sencilla, ya está: el PP gana, pacta con Ciudadanos y a gobernar cuatro años.
Bueno, vamos a verlo. Porque hay otras fórmulas posibles. La más inmediata, la que ya ensayó Zapatero —que nunca tuvo mayoría absoluta—- y la que mantiene en el gobierno a Susana en Andalucía y Cifuentes en Madrid: pactos para la investidura y luego a gobernar en solitario y en minoría. Que es la fórmula que más trabajo obliga a hacer a quien gobierna porque nunca tienes seguro que tus propuestas prosperen ni que naufraguen las de tus adversarios. Pase lo que pase el 20 de diciembre, como diría Bertín, pase lo que pase el gobierno ya no será el mismo, incluso si Rajoy, jubilado el rodillo, sigue de presidente.
Crear empleo, principal promesa del partido que ha gobernado estos últimos cuatro años. Derogar las principales reformas que ha hecho el PP y promover la igualdad, principal promesa del candidato del PSOE.
Hoy el PSOE se presenta pacificado ante la opinión pública, aparentemente pacificado, pese a sus pobres expectativas electorales. Pero la apariencia es fruto, como ocurre en el PP, de la convicción que todos los dirigentes tienen de que en plena carrera electoral lo que toca es hacer piña y dejar las ambiciones de cada uno para otro tiempo.
Tercero en la carrera, pero primero en la valoración de líderes, Albert Rivera. Empeñado en que se le identifique con Suárez. El día que no cierra un debate evocando al presidente de la transición escoge, como anoche, el hotel Eurobuilding —donde Suárez seguía las noches electorales—- para iniciar la campaña. No me llaméis Albert, llamadme Adolfo.
Regeneración, palabra que más pronuncia Rivera. Cambio es la que prefiere Pablo Iglesias, aparcada la retórica revolucionaria y presentándose como moderado.
Estos son los cuatro partidos que, según el CIS, sumarán casi el 90 % de los escaños en un parlamento en el que no estaría UPyD, sí IU con 3-4 diputados y en el que el independentismo catalán sumaría 16 escaños. Dieciséis de 350.
Carmena no para de tener ideas. Ideas de ésas que ella celebra porque le hacen sentirse viva y que la oposición, tan cruel ¿verdad?, se empeña en ridiculizarle. Concurso infantil de recoge colillas. Para que los chavales disfruten.
Que los críos colaboren en la campaña de limpieza del ayuntamiento sacando tarjeta roja a los padres que tiren colillas al suelo o compitiendo por ver quién recoge más colillas y papeles del suelo. Al que gane, un premio. A ver qué podría ser. Un pack de bolsas de basura para el crío, o un recogedor de mango regulable, para que pueda seguir usándolo según crezca, o un disfraz de don Limpio. Ideas seguro que se le ocurren a la alcaldesa, a quien hay que agradecer que tenga esta idea un poco Cortylandia de la alcaldía, de movilizacion de la chiquillería en un ejército de escoberos alevines.
La portavocía del ayuntamiento ha dicho lo que dice cada vez que Carmena habla: que sus palabras no significan que tenga previsto promover plan alguno. Que es como decir: bah, son estas cosas que dice la alcaldesa, no les hagan caso.