Hoy se espera el alumbramiento de un nuevo cabeza de cartel que releve a Alicia Sánchez Camacho, definitivamente amortizada. Siete años ha aguantado en la presidencia de este partido. Por encima de la media de duración, que está en cinco años. Cinco presidentes desde el 90: Vidal Quadras, Alberto Fernández Díaz, Josep Piqué, Daniel Sirera, Alicia Sánchez Camacho. Cinco presidentes y otras tantas estrategias: que si línea dura con Vidal, que si catalanismo moderado con Piqué, que si relevo generacional con Sirera, que si látigo del señor Mas con la actual presidenta.
Que el PP ha perdido pie en estos años de efervescencia independentista lo acreditan sus pobres resultados electorales. Y lo acredita sobre todo el hecho de que, con el PSC herido de indefinición interna, es Ciudadanos, aquel pequeño partido que al principio todos despreciaron, quien les ha ido comiendo la merienda a los socialistas y los populares como referencia del constitucionalismo en Cataluña. El PSC lo intentará esta vez con Miquel Iceta, hombre cordial y templado no sobrado de carisma, y el PP probará de nuevo el cambio de cara con García Albiol, Enric Millo o Alejandro Fernández. Estos tres son los nombres que suenan.
Lo bueno de no tener primarias es que nadie te va a pedir explicaciones de cómo y quiénes han decidido quién debe liderar la candidatura. Camacho recurrió ayer a la plantilla y dejó sin rellenar la línea de puntos. Sin necesidad de conocer el nombre, ya sabemos que será “una gran candidatura” (sólo faltaba) y que, por supuesto, “se ha decidido en Cataluña”. No vaya a parecer que es Rajoy quien decide estas cosas.
En Convergencia, como tampoco ha habido nunca primarias y como siempre ha sido, también, un partido de corte cesarista, Artur Mas ha hecho lo que le ha parecido oportuno absorbiendo a Esquerra y contratando un figurante para el papel de número uno. Lo principal, en la estrategia independentista, es alimentar a diario la idea de que esto no hay quien lo pare, que va en serio, como dijeron el día del posado en familia. ¡Que no decaiga!
La biblia aquella de la ingeniería soberanista que parió un grupo de partidarios de la causa presentados, claro, como expertos lumbreras dice que toca hablar de la Agencia Tributaria propia. Un clásico de las reclamaciones nacionalistas. En el minuto uno de la independencia, ya estaríamos recaudando nuestros propios impuestos, abracadabra, sin precalentamiento ni nada. Impuestos que, naturalmente, serían más justos, más razonables, más de sentido común (no dejen de amontonar palabras en oferta) que los impuestos españoles y que nuestros contribuyentes catalanes, al saberse libres de financiar a extremeñosy andaluces, pagarían con tan buena disposición que habría que frenarles para que no aportaran dinero a espuertas al grito de queremos pagar más, visca la hacienda propia catalana.
La de Artur Mas sería una agencia tributaria amable y bondadosa que, según la version oficial atención, primaría la cooperación con el contribuyente por encima del control de lo que paga. En lugar del escarmiento de las listas de defraudadores, la lista de los contribuyentes ejemplares. El contribuyente del mes, con entrevista en TV3 para orgullo de la familia.
La siguiente norma de la simulación independentista es encontrar siempre referentes, modelos que ya existan en otros países y en los que el soberanismo pueda fingir que se inspira. Conviene que esos ejemplos sean mayormente desconocidos por el público en general pero que suenen a cosa seria, moderna y nórdica. Por ejemplo, Suecia. Nunca dejes de mencionar a Suecia. El paradigma del estado del bienestar, país rico con mucha renta por habitante y que, además, gana el festival de eurovisión constantemente. Qué más se puede pedir. Nunca dejes de citar a Suecia como modelo pero abstente, eso sí, de señalar que el IVA que soportan los suecos es del 25 % o cuánto tributan por IRPF. Tienen una agencia tributaria sonriente y comprensiva, quédate con eso.
Australia, cita como modelo también Australia: nadie te va a desmentir si dices que ocupa el primer puesto del índice de responsabilidad fiscal que elabora la universidad de Stanford, aunque tampoco nadie te va a preguntar para qué sirve. Suecia, Australia, Pernanbuco o Somalilandia, qué más da, lo importante es que parezca que lo tienes todo estudiado. Para venir de un gobierno que empezó emitiendo bonos patrióticos y acabó pidiéndole prestado a Montoro no está mal. Domina la parte teórica aunque flojee luego en la práctica. Cualquier cosa con tal de acabar con esta extendida idea de que la patria fiscal que siempre ha añorado la dirección de Convergencia es Andorra.