EN MÁS DE UNO

Monólogo de Alsina: "Lo del PSOE es una enfermedad grave a la que o sobrevive o se va el partido entero al carajo"

Les confieso una duda.No sé si interesa mucho al común de los mortales el minuto a minuto de la agonía socialista hasta la cima del Gólgota. Me refiero a quienes no son ni afiliados al PSOE, ni dirigentes de Podemos, ni periodistas.

Madrid | 25.10.2016 08:04

Estos episodios menores, irrelevantes para el desenlace de la historia y que sólo sirven para embarullar la trama. Que si se abstienen todos los diputados socialistas o sólo la mayoría o sólo los once que hacen falta. Dígame: ¿a usted de verdad le importa? Que los barones díscolos se han carteado con el pope asturiano para persuadirle —meterle presión— de que levante el mandato porque si sólo se abstienen once parece que duele menos y ellos, los díscolos, se apuntarían un tanto. Y que Fernández, que está de la chiquillería hasta las napias, les ha respondido por escrito diciéndoles que abandonen toda esperanza. En realidad lo que les ha dicho es que no piensa convocar a los secretarios regionales para debatir nada, o traducido del asturiano, que dejen de tocarle las narices y asuman que la decisión ya fue tomada.

No digo yo que al afiliado socialista —-ciento noventa mil personas— le interesará todo esto como ningún otro asunto. Al votante socialista quizá también, aunque del votante los dirigentes hablan menos que de los militantes.

Pero al resto de los ciudadanos. Este minuto de juego y resultado del calvario socialista —ante sala de la guerra total que se avecina— no sé yo. Más allá del interés, ligeramente insano, que tienen siempre —es verdad— las broncas familiares.

Entre abuelos que no olvidan sus batallitas pendientes y mantienen animado el cotarro todo el día. Cuando no es Corcuera el que ajusta cuentas con Margarita Robles, es Margarita quien las a justa con Felipe, o es Ibarra quien reverdece su tirria de siempre al PSC...

…o es Borrell quien le pasa factura a Felipe o son los felipistas de antaño los que no se la perdonan a Borrell. Asomarse estos días a la crónica del PSOE es como volver a ver Falcon Crest.

Un revival de los demonios familiares de los ochenta y los noventa. Cómo ha podido vivir el PSOE todos estos años sin estas voces tan influyentes. Y qué fue de aquellas formidables cosechas (de votos) convirtieron aquellos en los años de vino y rosas.

La crónica machetera de la desmembración del segundo partido político de España nos tendrá ocupados aún bastantes días. Lo del PSOE no es una afección pasajera. Es una enfermedad grave a la que o sobrevive —salir más fuerte que antes le va a resultar difícil— o se va el partido entero al carajo.

Pero lo relevante esta semana, y lo que nos afecta a todos, es que el sábado Rajoy será elegido presidente. Que formará nuevo gobierno y ofrecerá, los primeros signos, de si de verdad, como viene diciendo, ha entendido el mensaje. Rajoy ha ganado este maratón por desfondamiento de su principal adversario y eso le hace aparecer como un ganador, un winner. Pero es el mismo Rajoy que en diciembre aparecía como vapuleado por las urnas. Porque lo era. Tres millones de votos menos que en 2011. Adiós al rodillo de la absoluta y un mensaje de los electores: intente gobernar usted, pero cambie su forma de hacer las cosas. Vamos a ver cuánto. Y en qué.

Lo siguiente que empezaremos a notar enseguida es que se multiplican las manifestaciones. En la calle y en los discursos. Podemos e IU van a agarrar la brocha gorda para ganar, en los medios, el liderazgo de la oposición que le negaron las urnas. Hablar más alto, más duro, más con los viejos tópicos de las oligarquías y las clases trabajadoras. Un PSOE que se abstiene es un PSOE traidor al pueblo obrero. Porque deja que siga de presidente quien oprimió y empobreció a las clases bajas y las clases medias. Etcétera. Al PP sólo le deben de votar los ricos y poderosos. Los pudientes. El IBEX. Los oligarcas. Etcétera.

El ciudadano Garzón, líder de lo que queda de IU, le hizo saber ayer al ciudadano Borbón que las movilizaciones en la calle van a ser frecuentes. No porque ellos las convoquen, sino porque son naturales. La sociedad civil, ya saben, el pueblo, la ciudadanía, la gente. Cómo no van a manifestarse a la puerta del Congreso para protestar porque salga presidente quien obtuvo dos millones de votos más que cualquiera de los otros candidatos. Es una afrenta intolerable a la democracia.

Se han hartado de decir que el Congreso tiene una mayoría de derechas y se revuelven al ver que sale presidente un candidato de derechas. Qué esperaban. Al PSOE, como lo tenían por izquierdista los días pares y por casta los impares, le reprochan que abra camino a la derecha. Al PNV lo tenían por derecha, como a Convergencia, pero no le reprochan que intente impedir que su presunto correligionario gobierne. Elija los argumentos a conveniencia y haga usted con ellos lo que quiera.

Y manifiéstese, que es la única manera de darle un plus de notoriedad al que sigue siendo el tercer grupo parlamentario de la cámara, 67 diputados menos que el primero, catorce menos que el segundo.