Fue a comunicarle al rey Juan Carlos la investidura de Maragall —si hay que venir, se viene, dijo, fingiéndose obligado— y salió de allí celebrando que aquel rey le había dicho que “hablando se entiende la gente”. La fiesta que hicieron republicanos e independentistas con aquella frase. De pronto, el rey era la fuente de autoridad máxima, el avalista de un nuevo estatuto que reconociera como nación a Cataluña. Entró Benach republicano y salió agradecido a la corona. Y a la corona le llovieron palos de quienes esperaban que le entregara una Constitución para que no olvidara cuál es el marco.
Doce años después no habrá repetición de la jugada. El rey de ahora no ha creído necesario recibir a la señora Forcadell. “Póngame un mail”, le dijo el jefe de la Casa a la presidenta del Parlamento. Que traducido significa: no hace falta que venga usted, o mejor, no venga. Primer gesto del rey Felipe, jefe del Estado, tras la reincidencia del parlamento catalán ——su mayoría independentista—— en la rebeldía al Estado y a la Constitución. El rey es árbitro y moderador de la vida política —-ésas son sus funciones— y, como tal árbitro moderador no puede, ni debe, parecer tonto. Sabe lo que hay y sabe de qué va este programa de gobierno (o como quieran llamarlo) que aprobó el Parlamento catalán en su sesión dominical y precipitada. Un programa que es la versión extendida de la declaración de insumisión del nueve de noviembre.
La mayoría parlamentaria se propone romper la legalidad y fracturar España, y la presidenta del parlamento habla siempre en nombre —y sólo— de esa mayoría, no del resto. Es una presidenta activista que ignora el concepto de la neutralidad institucional y se permite opinar sobre qué debe votar un grupo parlamentario que no es el suyo. Ahórrese el viaje y póngame un mail. El rey tiene gestos. Patinó el día aquel que, estando en Barcelona, hizo de chófer del rey Arturo entre bromas y veras. Pero corrigió el tiro la vez siguiente, cuando lo recibió en Zarzuela con cara de acelga. “Vengo en son de paz”, dijo Artur Mas. Y el rey no le rió la broma. Póngame un mail.
Al saberse que Forcadellno sería recibida tituló El Periódico de Cataluña“¡Desaire al procés!” Hombre, desaire el de los diputados independentistas al Estado, al jefe de ese Estado y a los ciudadanos de ese estado, empezando por los ciudadanos catalanes no independentistas que son sistemáticamente ninguneados por el grupo gubernamental de ese parlamento y por la señora presidenta.
No acudirá el rey al juicio del caso Noos—“noos hinchamos a ganar dinero”—. Ni irá de testigo el rey de ahora ni irá de testigo el rey de antes. El tribunal rechaza la solicitud del abogado de Diego Torres: ni Felipe, ni Juan Carlos, ni Corina. Ni Irene de Grecia. No aprecia el tribunal que haya hechos nuevos que justifiquen incluirles en la lista de convocados. Las tuvieron tiesas el abogado de Torres y el fiscal Horrach. Éste acusó al letrado de querer convertir el juicio en un reality, una ceremonia para distraer al vecindario. Y el abogado se declaró ofendido.
Sí tendrán que declarar, como testigos, Almansa, que fue jefe de la casa, Garcia Revenga, que fue secretario de las infantas, y el conde de Fontao, abogado del rey Juan Carlos. Será a ellos a quien las acusaciones pregunten qué participación tuvo la corona (el monarca de antes) en los negocios de la hija y el yerno. Y para entonces —-eso será en marzo y abril—- ya habrá decidido el tribunal (quizá en las próximas horas) si la infanta sigue en el banquillo o se la deja ir, exonerada. Es decir, si se le aplica la célebre doctrina Botín una vez que el Estado, la Agencia Tributaria, no ve delito fiscal en el dinero que dejò de pagar a Hacienda y que, por ello, no la acusan de tal delito ni el Estado ni la fiscalía.
Flaco favor hizo la abogada del Estado al decir que esto de “Hacienda somos todos” es sólo un lema publicitario. Si éste es el nivel, aviados vamos.
Cuando Hacienda deja de ingresar el pago que corresponde a contribuyentes que hacen trampas, el perjudicado no es Montoro, que es un contratado interino para dirigir el ministerio, sino el propio Estado. En eso hay jurisprudencia ahí para aburrir, no es un spot publicitario.
Y conviene recordar una cosa: la infanta defraudó a Hacienda, eso lo admite Hacienda, lo admite la fiscalía y lo admite la defensa de la infanta. Nadie la exculpa, es culpable —confesa— de haber pagado menos de lo que le correspondía. Lo que Hacienda sostiene es que no defraudó lo suficiente para que pueda considerarse delito. Que defraudó, pero no lo bastante para ser juzgada por ello.
Y no es que el fiscal se haya sumado a la tesis de la defensa, como se empeñan en decir los cronistas poco enterados, es que ésta ha sido la tesis del fiscal desde el primer minuto. Amparándose en el criterio de la Agencia Tributaria y de los informes que ésta ha elaborado (el último de los cuales lo aportó el fiscal Horrach). El criterio podrá ser erróneo o correcto —-el tribunal decidirá— pero no es de la defensa, es de Hacienda. Es el criterio de la Agencia Tributaria al examinar las declaraciones fiscales de la infanta (y de Aizoon) lo que hace posible que la fiscalía no acuse y que pueda acabar aplicándosele la doctrina Botín.
En caso de que no se le aplique, y se la juzgue, recuérdese también que es posible que sea absuelta de todo.