Sólo el estado de derecho, todo el estado de derecho. El gobierno encabeza la respuesta del Estado a la pretensión de ruptura y el Partido Socialista manifiesta su apoyo e invoca la unidad. El cumplimiento de la ley como viga maestra de la democracia. La pretensión de romper el orden constitucional encontrará dique, sostiene el gobierno, en el Tribunal Constitucional y el resto de las instituciones del Estado. Pero no va a ser hoy. En esto rectifico lo que ayer les dije. Fe de errores.
Porque ayer les dije que la declaración independentista del Parlamento de Cataluña —lo llaman desconexión pero quiere decir afán de secesión—- este martes ya sería papel mojado. Que se reuniría el gobierno, impugnaría la declaración y ésta sería suspendida. Veinticuatro horas duraría el documento. Bueno, pues va a durar algo más.
No será este martes. Será el miércoles todo eso que pensábamos que pasaría hoy. El consejo de ministros ha quedado para mañana porque aún no ha emitido su informe preceptivo el Consejo de Estado. Dices: no irá de un día. Pues hombre, no irá de un día (el fondo sigue siendo el mismo y la respuesta del estado, también) pero lo cierto es que la declaración de desobediencia ha ganado dos días de vida —ahora mismo está vigente, lo seguirá estando mañana a esta misma hora e incluso el jueves toda la mañana—. No irá de un día, pero dado que todo el mundo sabía que la declaración, y lo que dice, sería proclamada ayer por la mañana, igual se podía haber aprovechado mejor la tarde.
El fondo no cambia y la respuesta del Estado va a ser la que se había anunciado. Pero nunca está de más cuidar las formas para que la gravedad que todo el mundo asume y la urgencia prometida no se vea luego diluida. Béjar es una hermosa localidad de la provincia de Salamanca cuya historia cristiana se remonta al año 1200. Sobran motivos para que el presidente del gobierno visite Béjar cualquier día del año y más aún para que la visite el presidente del PP, en campaña para las elecciones generales. Pero habiendo 365 días en el año para desplazarse a Béjar, elegir justo la mañana en que el Parlamento catalán se declara en rebeldía revela un sentido de la oportunidad discutible.
El calendario estaba definido desde hace días. Pleno por la mañana y aprobación de la resolución independentista. Si se quería transmitir la idea de que el presidente está volcado en este asunto en justa correspondencia a la gravedad que tiene y listo para dar respuesta en cuanto los acontecimientos se produzcan, lo suyo era permanecer en la Moncloa y hacer allí su declaración institucional: la sede de la Presidencia, mejor que el muy digno ayuntamiento de la hermosa Béjar.
El fondo no cambia, pero las formas —-como el propio gobierno viene explicando a cuantos interlocutores recibe estos días en la Moncloa—- las formas también interesan. Por eso vuelve hoy el secretario general del PSOE a ese edificio a compartir con Rajoy las decisiones que el gobierno, el Estado, toma. Por eso compareció ayer Pedro Sánchez a calificar de traición a la voluntad de la mayoría de los catalanes la declaración de desobediencia a las leyes. Por eso reúne el PSOE el miércoles a sus presidentes autonómicos.
No se va a decir, ni hoy en la Moncloa ni mañana en la reunión socialista, nada que no se sepa ya. Pero las formas, ante una encrucijada como ésta, hay que cuidarlas. El fondo, naturalmente, también. Más, porque se trata de actuar, como dijo ayer el presidente del gobierno, con todos los instrumentos de que el Estado dispone para hacer cumplir la ley fundamental y cuantas emanan de ella. Que el texto aprobado ayer es manifiestamente inconstitucional no lo ni sus promotores. Basta con que el Constitucional admita a trámite el recurso del gobierno para que la declaración quede suspendida, pero tampoco parece que les vaya a llevar mucha deliberación a los magistrados la moción en sí misma. Expresamente habla de ignorar las normas.
Tiene gracia —-humor negro— que los Romeva, Junqueras, Forcadell, Mas, se resistan a emplear en público la palabra desobediencia y finjan aguardar con interés a lo que diga el TC. Tiene gracia porque si aún les cabe alguna duda sobre lo que está obligado a decir el TC sólo tienen que preguntarle a su compañero de aventura Josep Rull. Lo dijo con todas las letras aquí hace un par de semanas: este proceso no encaja en la Constitución en vigor, lo sabemos.
Interesante forma de admitir que cuando el TC emita su resolución el miércoles no estará haciendo ninguna perversa tergiversación por motivos políticos, estará diciendo lo mismo que Rull, que esto es descaradamente inconstitucional. Y esto otro ya no lo dirá el TC, pero se sobrentenderá: que precisamente porque saben que el proceso es ilegal anuncian ya que no harán caso ni al árbitro, ni a los tribunales ni a las Cortes españolas. Como no me gusta la norma y carezco de base social para cambiarla, la incumplo y a otra cosa. Que le dén a la Constitución, éste es mi mandato democrático. Artur Mas perderá esta mañana su primera votación de investidura. Su esfuerzo en presentarse ayer como el líder indispensable para que el proceso de independencia siga adelante no ha calado —no ha colado—- en las filas de la CUP. Váyase, señor Mas, váyase, siguen diciendo los anticapitalistas.
El aspirante a seguir mandando hizo uso ayer de todo su repertorio. Se ofrece a gobernar sólo un año y medio, lo imprescindible para consumar la secesión, y atribuye a la pertenencia a España no haber podido hacer todo aquello que ahora, tercera etapa de gobierno, se declara decidido a conseguir. Mas es un eterno remake de sí mismo: en cada nueva investidura promete conseguir los instrumentos que harán posible mejorar la vida de los ciudadanos. El pacto fioscal, el referéndum legal, la independencia. Siempre va a lograr aquello que luego no logra. Y a la siguiente investidura, tiro porque me toca. Estuvieron disciplinados los diputados de Esquerra y evitaron sonreir mientras el president explicaba que si no ha podido combatir la pobreza energética es porque Cataluña sigue siendo España. Y que en cuanto tengan la independencia, podrá bajar —ole ole— el IVA cultural. Lo dice el presidente con el tramo autonómico de IRPF más elevado de España.