MÁS DE UNO

Monólogo de Alsina: "Fobia al 'infiel'"

Temíamos que fuera otra vez en Europa, en la Francia de la Eurocopa, y le tocó a los Estados Unidos. Orlando, Florida. La discoteca Pulse. Escenario de la última matanza yihadista. De la última en Occidente, porque en Iraq, en Siria, en Níger, en Somalia, en Pakistán, es probable que se produzca hoy.

Carlos Alsina

Madrid | 13.06.2016 08:14

Ha sido Orlando, en Estados Unidos. El criminal que aparca en la puerta de la discoteca, agarra el fusil, la munición, entra en el local y se pone a disparar contra todo el que se encuentra. Nos contaba un superviviente esta madrugada que al principio pensó que el sonido de los disparos formaba parte del espectáculo musical, como ocurrió en noviembre en la sala Bataclán de París.

La diferencia entre el atentado de Bataclán en noviembre y el atentado de Pulse es que en la discoteca francesa se celebraba el concierto de una banda de rock y en la californiana se estaba celebrando una fiesta latina con motivo del orgullo gay. O sea, ninguna diferencia: un evento festivo, cientos de personas celebrándolo, y un recinto al que se accede con facilidad. Con eso le basta a un asesino en serie, armado con un fusil semiautomático, para cometer una matanza. El fusil que llevaba este animal, Omar Mateen, es el más comprado por civiles en Estados Unidos. Es el más rápido para recargar y el que permite, por ello, disparar más y contra más gente. Fue el que utilizaron los autores de la matanza de San Bernardino.

Como ocurre cada vez que se produce un suceso de estas características en aquel país vuelve a primer plano el debate sobre la facilidad para comprar y utilizar armas. Obama lo volvió a mencionar en su primera reacción. Pero en Europa no está permitido tenerlas y eso no ha impedido que los yihadistas las usen para cometer matanzas. Este Omar Mateen probablemente consiguió sus armas con más facilidad que Abdeslam y sus compañeros de grupito asesino, pero estos también las compraron, en el mercado negro.

Es muy probable que el asesino múltiple de Orlando fuera homófobo. Su padre ha contado que se enfadaba al ver a dos hombres besarse. Claro que tratándose de un fanático que ha jurado fidelidad a Estado Islámico, o sea, un yihadista, lo raro sería que no lo fuera. El yihadismo no tolera la homosexualidad, ciertamente, ni la fiesta. Del mismo modo que no tolera que la mujer reclame un trato igualitario, o que las niñas estudien, o que se cante en público, o que se haga un dibujo de Mahoma. La homofobia no es peculiaridad de los asesinatos de ayer, es sólo una más de las características de este movimiento totalitario que hace una interpretación beligerante del islam que le lleva a justificar, y alentar, la persecución y el asesinato de todo aquel que no se someta a sus normas. Es el yihadismo quien celebra una matanza como la de ayer. No el heteropatriarcado, es el yihadismo.

La diferencia —ésta sí— entre el criminal de Orlando y los criminales que han cometido atentados yihadistas en Europa es que los de aquí tenían vínculos directos con Estado Islámico. Habían viajado, o conocían gente que había viajado, a Siria a licenciarse en actividades asesinas. A éste de Orlando le investigaron por relación con un yihadista que estuvo en Siria, pero no llegó a probarse nada y no consta que haya tenido conexión directa con los de Al Bagdadhi. No es tanto el lobo solitario como el imitador que surge cuando un asesino en serie cobra notoriedad. El admirador que asume la personalidad del criminal ya curtido y copia sus métodos criminales. Un tipo de Orlando que se hace yihadista y reproduce en su ciudad el atentado de Bataclán. Éste es el tipo de asesino más difícil de detectar, de controlar y de neutralizar antes de que cometa la matanza.

Cuenta atrás para el debate de los cuatro. El cuatri-debate. Diez de la noche en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. El debut de Mariano Rajoy en un acontecimiento de estas características. El presidente en ejercicio frente a los tres aspirantes. Predicando la experiencia, la veteranía y esto que Rajoy llama el sentido común en contraposición con lo que él reprocha a los otros: bisoñez, extremismo y vetos al primer partido.

Lo previsible es que le toque a Rajoy el papel de uno contra todos, el mismo que se acabó atribuyendo su ministro de Economía, De Guindos, en el debate de portavoces económicos en La Sexta. Discutiendo los indicadores económicos y las partidas de gasto, con Jordi Sevilla, Alberto Garzón y Luis Garicano.

El PP promete reducir el IRPF, al PSOE le parece que es una promesa insostenible porque así no hay manera de cumplir el déficit público, Ciudadanos no promete bajar, pero sí no subir los impuestos y Podemos insiste en que hay que lo esencial es cambiar el modelo productivo. Jordi Sevilla buscó el cuerpo a cuerpo con De Guindos, pero éste prefirió centrarse en Alberto Garzón: miraba a Garzón y veía a Tsipras. Y ahí colocó su mensaje: ser Grecia o seguir siendo España. O Podemos o el PP, para los populares los otros dos participantes sobran.

Para esta noche, gran velada. El cara a cara inédito: Rajoy versus Pablo Iglesias. El presidente alérgico a los platós y el aspirante que se hizo un nombre a la luz de los focos. El que más dificultad tendrá para encontrar su sitio es Rivera, que viene de pactar con el PSOE sin cerrarse a un pacto con el PP y habiendo endurecido el verbo contra Podemos. Y quien parte como gran necesitado de una victoria, aunque sea pequeña, es Pedro Sánchez, castigado por las encuestas que a diario le martillean que dentro de dos domingos llegará el sorpasso y con él, la estación términi del hoy líder socialista.