Ha habido que echarle imaginación para empotrar al heredero en la delegación española que ha viajado a Panamá con idea de que se haga visible (con idea de que haya de rey) aunque técnicamente no pueda suplir al jefe del Estado en sus funciones. Bienvenida sea la imaginación no sólo porque el príncipe es más conocido en aquellas tierras que el presidente del gobierno sino porque tiene acreditada una soltura y una resolución en los encuentros con dirigentes de otros países (iberoamericanos sobre todo) que es inteligente, por parte del gobierno, aprovecharla.
Pero el representante español, en ausencia del convaleciente monarca, no es el Príncipe sino Rajoy. Que volverá de Panamá, seguro, inspirado por esta cumbre y con ideas renovadas. Sin ir más lejos, si en cuanto llegue al país enciende la radio, podrá escuchar el presidente el imbatible eslógan de campaña del candidato oficialista a las elecciones del próximo año.
Pa’lante Panamá. El grito de campaña de José Domingo Arias, aspirante a heredar a su jefe de filas, el presidente Martinelli. Ya estoy viendo a Rajoy diciendole a Moragas: “¡Esto sí es un lema electoral como Dios manda!” Nada de “empieza el cambio”, “centrados en ti”, o “con cabeza y corazón”, esas cosas tan calculadas y tan manidas. “¡Pa’lante Panamá!” Y ya estoy viendo a Moragas diciéndole a Rajoy: “presidente, cuánta razón tienes, nuestro lema será ‘¡España es la caña!’” Qué hallazgo, qué frase inspiradora, ya imaginan los dos las vallas, los cartelones, los spots en televisión, los militantes en los mítines coreando el eslógan. España, la caña.
De estar al borde del rescate financiero, a colocar las letras a seis meses al 0,7 %; de gastar un nueve por ciento más de lo que ingresábamos, a gastar “sólo” un siete por ciento más de lo que ingresamos (sin contar el rescate bancario, que entonces se nos va a un diez) y estimando para el año que viene que sigamos gastando más de lo que ingresamos pero “sólo” en un 5,4 %; de caer nuestra economía el 1,6 %, a hacerlo este año un 1,3, si se cumple la previsión del gobierno; de tener las cuentas autonómicas descontroladas, a haber metido en cintura a Mas Collel. La caña.
Un país que tiene reglado en su Constitución el equilibrio presupuestario y el pago religioso de la deuda, junto con el derecho a la vivienda y a un puesto de trabajo digno; un país en el que suben los salarios, a decir de un ministro, suben las pensiones, a decir de todos, y se quedan subidos los impuestos porque no todo lo que sube luego baja. Pa’lante Panamá. Ya lo ha dicho Botín: está llegando dinero a España por todas partes. Será un gran eslógan para la próxima campaña éste de “España es la caña”. Las masas cantando el “yo soy español, español, español, ¡y Albert Pla el que no vote!” Sólo Alicia Sánchez Camacho, de entre las baronías populares, preferirá tener eslógan propio. Baraja “Cataluña solidaria, pero no tant”.
Está a punto de empezar en Barcelona una entrega de premios a la que asisten representantes gubernamentales diversos. Si en Madrid es rara la tarde en que alguien no se empeña en darte una conferencia, en Barcelona lo raro es que no se entregue algún premio. Y que esté allí Artur Mas, porque el vínculo de la sociedad civil con el gobierno autonómico se mantiene bien engrasado. Los premios que se entregan hoy son los de la patronal catalana, y además de invitar al gobierno autómico también se invita (velas a todos) al gobierno central.
Como Rajoy ha puesto un océano de por medio, la Moncloa ha enviado a hacer presencia a Soraya Sáenz de Santamaría, es decir, que Sáenz de Santamaría se ha enviado a sí misma. Con arrojo, porque todo el mundo sabe que ella es muy de Felipe V mientras que Artur Mas es del archiduque Carlos, están en bandos distintos en la guerra de sucesión que empezó en 1701 y que, trescientos años después, se sigue librando. Allí está la vicepresidenta en este momento, pero no está Artur Mas, que al final no ha ido. ¿Por qué? Según La Vanguardia para no quedar relegado en el protocolo de autoridades. Extraña explicación porque se sabe desde hace días quiénes acuden.
Ya sabrá el president, en todo caso, que para el año que viene y el siguiente el gobierno central espera que los gobiernos autonómicos aprieten un poco más a sus contribuyentes. En el informe que envía cada cierto tiempo a Bruselas -y que bien podría titulares Así es como lo pensamos hacer- explica que en 2014 las comunidades autónomas se ahorrarán, entre todas, cuatro mil millones de euros, la mitad reduciendo gasto y la otra mitad, dos mil millones, ingresando más por impuestos.
En Bruselas suelen estar a sus cosas, pero igual al leer esto de que los gobiernos autonómicos recaudarán más se han acordado de que Monago, Ignacio González, Feijoo, Bauzá, tienen anunciadas bajadas de impuestos para el próximo año y les ha sonado raro. Tranquilos, funcionarios europeos, no sois los únicos. Pero nos ha recordado a todos el ministerio de Hacienda esta tarde que lo que han enviado a Bruselas no deja de ser un corta y pega del tocho que ya mandaron en abril: aquel documento era para el periodo 2013-2016 y éste de hoy es lo que corresponde a 2014.
Durán i Lleida, a todo esto, sigue puliendo su nuevo papel de diario de avisos. “Cuidadín, cuidadín”, es su nuevo discurso.Después de advertir a Rajoy de que puede acabar produciéndose una declaración unilateral de independencia (dada la importancia que le ha dado todo el mundo, parece que hasta ahora nadie había caído en la cuenta), hoy de lo que ha advertido es de que puede romperse el matrimonio de Convergencia i Unió (que es una advertencia que Durán refresca cada vez que Convergencia acentúa su perfil soberanista y que suele tener como respuesta que Artur Mas sigue haciendo lo que le parece oportuno: el divorcio de Unió es como la suspensión de pagos de Estados Unidos, algo de lo que se habla de cuando en cuando en la seguridad de que nunca, en realidad, va a pasar).
Por eso a Artur Mas lo que diga Durán cada vez le afecta menos. Él es Moisés. Y Moisés, llegado al borde del mar Rojo, todo lo que dice es ‘sigamos palante’.