EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina. La vida de los otros

Les voy a decir una cosa.

Para espionaje al por mayor, el de los chinos. En España estemos fascinados estos días con la versión catalana de La vida de los otros, pero el espionaje moderno a gran escala tiene poco que ver con micrófonos escondidos en floreros y detectives que hacen guardia a la puerta de la casa de la amante del alto cargo.

Carlos Alsina

Madrid | 19.02.2013 20:09

El espionaje a lo grande es lo que hacen los misteriosos trabajadores de la Torre Blanca de Shanghai, el edificio de doce pisos ubicado en las afueras de la ciudad más poblada de China que aparece hoy retratado en el New York Times como el cuartel general de la unidad 61398 del Ejército chino, la unidad que se dedica a la infiltración cibernética. Este periódico norteamericano publicó en octubre una información sobre la fortuna oculta de la familia de Wen Jiabao, el primer ministro chino.

La revelación, que tuvo mucho eco, no le hizo ni puñetera gracia al gobierno de ese país. Curiosamente, el New York Times empezó a sufrir entonces ciberataques, intrusos que entraban en su sistema y robaban las claves de los empleados para acceder a documentos confidenciales. Entonces recurrió a una empresa especializada en rastrear este tipo de asaltos, Mandiant, que ya había recibido el mismo encargo de otras compañías estadounidenses que venían sufriendo los mismos ataques. El resultado de las primeras pesquisas fue que el origen de la infiltración era Shanghai, y aunque en el caso del ataque al New York Times la autoría no estaba clara, en los otros todo conducía a una manzana concreta de un suburbio concreto de esta ciudad, a saber: la Torre Blanca.

El resultado de la indagación de Mandiant es un informe de sesenta folios que se ha presentado hoy -está publicado ya en la red para quien quiera echarle un vistazo- que concluye que el grupo de asaltantes más activo, al que llama inicialmente APT1, no sólo cuenta con la vista gorda del gobierno chino, sino que sospechosamente coincide en sus recursos y habilidades con una unidad del ejército chino que está especializada en el ciberespionaje y cuyo trabajo es secreto de Estado; y que además tiene su sede justo en la calle de Shanghai de donde, según los rastreos, proceden los ataques. “Si anda como un pato, suena como un pato y nada como un pato”, pues es ¡un pato chino! Ésta es la conclusión que ofrece Mandiant: es el ejército chino, su misteriosa unidad 61398, la que se ha colado en los sistemas de 140 compañías a las que ha robado información confidencial en abundancia. Cita el caso de una empresa a la que le han birlado, en diez meses, seis terabytes de datos con copyright. Y es la propia empresa autora del informe la que explica por qué se ha decidido a divulgar toda esta información que, hasta hoy ha sido comunicada sólo a sus  clientes: es hora de dar a conocer que la amenaza es China, dice, para que nos preparemos en serio para afrontar el espionaje cibernético, porque sólo explicándole a la gente quién lanza los ataques se entenderá de qué estamos hablando. Y de lo que están hablando es de una especie de guerra fría en la que los actores no son la CIA, el MI6 y el KGB con sus agentes, y dobles agentes, camuflados bajo identidades falsas y tratando de acceder físicamente a los despachos, los archivadores y las carpetas; en esta nueva guerra fría los agentes no necesitan desplazarse a otros países, acceden a través de la red y desde miles de kilómetros de distancia. Y los más activos, y eficaces,  de los agentes espías son los chinos.

La denuncia de Mandiant ha sido corroborada, según el Times, por altos cargos de la inteligencia norteamericana. Ahora la duda es qué debe hacer el presidente de los Estados Unidos una vez que el dedo acusador está puesto sobre China. No parece probable que reclame explicaciones en público, pero sí que acelere sus planes para asumir nuevas competencias en la llamada guerra cibernética, es decir, qué puede y qué debe hacer el presidente en caso de que el país sea atacado, no por el aire, como en Pearl Harbor o en el 11-S, sino por el ADSL y la fibra óptica.

Al lado de todo esto, lo de Método 3 no deja de ser, ¿verdad?, peccata minuta de unos cuantos dirigentes políticos (y alrededores) queriendo disponer de información confidencial, o trapos sucios, de adversarios y competidores; información obtenida por métodos más tradicionales, o más pedestres, que el asalto cibernético. Ahora que ya se sabe que hubo compañeros de partido que se espiaron los unos a los otros, sólo falta saber si hubo algún dirigente que, llevado de un exceso de celo, se espió a sí mismo -”quiero saber qué digo en las comidas porque creo que me estoy traicionando, Marita”-. Marita es Marita Fernández, presidenta de la agencia Método3 (era una agencia con presidenta, director general y cuarenta sabuesos), que resulta que es amiga de un hermano de Alfredo Pérez Rubalcaba. Qué me dices. Lo que oyes.

En Convergencia i Unió sospechan que Rubalcaba está también en el ajo porque su hermano es colega de Marita. A medida que salen más nombres, y más flecos, de esta historia, qué quieren que les diga, lo raro es que haya tardado tanto en reventar el pastel porque en esta agencia todo el mundo era amigo de alguien y todo el mundo era muy bocazas. Extraña agencia en la que todo lo que averiguaban los detectives se lo contaban luego los jefes a sus amigos, familiares y conocidos. Elisenda, a su hermana del PSC; Marita, a su amigo el hermano de Rubalcaba; el empleado despedido, a la policía y el becario tuitearía los dossiers en resúmenes de 140 caracteres. Ay, Rubalcaba. Ya estaba tardando en salir su nombre. No porque tenga nada que ver, que véte tú a saber cómo acaba esto, sino porque un caso de espionaje político en España en el que no se mencione el nombre de Rubalcaba ni es caso ni es nada.

Esta fama que le hemos creado entre todos de Richeliu al tanto de todo, que lo mismo urde una emboscada a Aznar en el 11-M que le pone la oreja a las conversaciones telefónicas de Floriano. “Oigo lo que dices y veo lo que haces”, le dijo una vez Rubalcaba a Floriano en el Congreso, cuando lo de SITEL, y el PP armó una gorda. “Se le ha escapado”, decían, “es la prueba de que nos está espiando a todos”. En realidad para saber lo que estaba diciendo Floriano sobre aquel asunto no hacía falta pincharle los teléfonos porque todos los días daba una rueda de prensa. Pero fue inútil que Rubalcaba alegara que eso era lo que él le había dicho, que estaba al tanto de sus acusaciones porque no se perdía un telediario; para siempre quedó aquella frase como el retrato del intrigante que maneja información comprometedora de sus adversarios fruto de su pericia en actividades subrepticias. Ya estaba tardando en aparecer Rubalcaba -el nombre de Rubalcaba- en “La vida (catalana) de los otros”.

Antes de seguir con los espías, las gúrteles y los totus noos, vamos a celebrar que es martes y que tenemos momento Magno para celebrar las buenas iniciativas…y para brindar hoy por todos los espectadores de Antena3 que han participado ya de la acción social que, en colaboración con Cruz Roja, ha puesto en marcha la cadena de televisión para prevenir situaciones de desahucio. Recuerda que sólo tienes que enviar la palabra AYUDA en un sms al 28077. Cruz Roja está siempre atenta a los problemas y las necesidades de quienes peor lo pasan. Una vocación, y una historia de servicio, que merece reconocimiento.