A saber: el pulpo Paul (tristemente fallecido) y el orangután Eli, que para satisfacción de los visitantes del zoológico de Salt Lake City sigue vivo, coleando y en plena forma. Eli, el orangután --cumple 24 años el día ocho-- se enfrenta cada año por estas fechas con una decisión crucial: le ponen delante dos enormes cascos de fútbol americano con los colores de los equipos que van a jugar la final y él se lanza a por uno de ellos, que es la forma orangutánica de decir: “señores, éste es el que va a ganar”.
A diferencia del Fondo Monetario Internacional, Eli no ha tenido que corregir ni una sola vez sus predicciones: lleva seis años seguidos de aciertos y en su zoológico consideran que ese grado de fiabilidad nunca antes conocido le pone muy por delante, en el ránking de animales certeros, de la elefanta de Dallas que, de manera oportunista, se ha subido ahora al carro de la presciencia y, sobre todo, de la marmota que en ese lugar impronunciable de Pensilvania finge saber, cada año, cuánto va a durar el invierno, es decir, lo más parecido que existe a un cuadro macroeconómico en los tiempos que corren: cuánto va a durar todavía el invierno, Lord Stark.
Son estos dos los grandes acontecimientos que concitan toda la atención planetaria este fin de semana: la Superbowl -final de liga del fútbol americano, ochenta mil asistentes, ciento diez millones de espectadores- y...la convención del PP -comienzo de campaña de elecciones europeas, dos mil quinientos asistentes, cobertura segura de periódicos, radios y televisiones -. La recuperación económica es un hecho (por este fin de semana, al menos) para el sector hostelero de Valladolid: todas las habitaciones completas con delegados, afiliados, invitados e informadores. Lleno hasta la bandera: si Aznar, por ejemplo, cambiara de idea y quisiera estar en Valladolid, ah, se siente, ya no quedan camas.
¿En qué se parecen la Superbowl y la convención del PP? En que las dos tienen un montón de anuncios. Mensajes comerciales para que el personal compre los productos. En la final de fútbol hay 43 anunciantes (sale Beckham, Johnny Galecki, John Stamos); en la convención intervienen unos 20 oradores (sale Cañete, Cospedal, Floriano). Y tanto en la una como en la otra se trata de animar al personal a que incremente la demanda interna, es decir, el consumo convenciéndole de que éste es el momento, de que esto marcha. Rajoy hace tiempo que se cansó de su papel de señor de invernalia, el profeta de las malas noticias que presumía de llamarle “al pan, pan y al vino, vino”. Ahora intenta reciclarse en otro papel más agradecido, el de ángel del Belén que nos anuncia a los pastores la buena nueva: el advenimiento de un PIB creciente y un paro en retirada acompañado, tachán tachán -o aleluya aleluya, por seguir con el símil del nacimiento- de una bajada de impuestos.
Ya se le vio a Rajoy en la muy comentada entrevista de Gloria Lomana el día de San Neófito: el único acontecimiento que él tiene interés en adelantar es que bajarán los impuestos de 2015: tanto interés manifiesta el presidente que lleva emitiendo el mismo anuncio hace cinco meses. Treinta y uno de agosto, en Soutomaior, Pontevedra: la noticia ese día fue que Rajoy anunciaba que a la vuelta de un año anunciaría una bajada de impuestos. Conseguir ahora que sea noticia que anuncia lo que ya dijo que iba a anunciar, y lo que, de hecho, ya anunció no parece tarea sencilla. Sobre todo cuando la letra pequeña de ese anuncio -qué cambia en el IRPF, en cuánto y para qué tramos de renta- la tiene subcontratada el gobierno a un grupo de expertos que anda terminando de pulir un tomo con propuestas para reformar la fiscalidad. Meritorio es proponerse como idea fuerza de una convención política la bajada de impuestos cuando acabas de subir las cotizaciones sociales enrabietando a medio país, pero en eso consiste el liderazgo, ¿verdad?, en aceptar con naturalidad desafíos tan enormes como éste. Sobre todo, cuando en el propio partido tiene pepitos grillo que no paran de recordarle a Montoro que no ha parado de subir impuestos de que fue agraciado con un sillón ministerial: el último, Ignacio González, qué sorpresa, que le da la bienvenida al ministro al club de los bajadores de impuestos.
El presidente de la Comunidad de Madrid, al que tantos compañeros suyos, por cierto, ya dan por muerto (hasta el rabo todo es toro) sacó pecho esta mañana porque el PIB de su región ha crecido un 0,5 % en el último trimestre, “por encima”, dijo, “de lo que ha crecido el Estado”. Quien haya querido traducir este mensaje como un “yo gestiono mejor que tú” habrá incurrido, probablemente, en un imperdonable acierto.
Con el discurso de la futura bajada de impuestos intenta repetir el gobierno el éxito cosechado con el de la recuperación económica. A base de insistir en lo bien que nos va a ir ha querido extender la idea de que, en realidad, ya nos está yendo. A base de repetir que en breve anunciará bajada de impuestos quiere que cale la impresión de que ya los está bajando, por mucho que el IRPF no vaya a cambiar ya, como pronto, hasta enero de 2015. A decir verdad, el spot que están esperando los delegados que asisten a esta convención no es éste, ya manido, de “aflojaremos los impuestos sí o sí”, sino uno que se parezca más a la gala de los Oscar: “and the winner is”, y el ungido por el presidente para encabezar la lista de las europeas es.
Si aspira Rajoy a abrir portadas de periódico este domingo, si aspira a que su convención transmita a la sociedad algo distinto a lo que ya sabemos, habrá de dar alguna noticia de verdad, más allá del llamamiento ritual –con el que ha arrancado la kedada- a la autoestima de grupo frente a escisiones o críticas de grupos antiguamente afines. Quién será el escogido, o la escogida, aún no es capaz de anticiparlo nadie, ni el orangután Eli, ni el difunto pulpo Paul ni Luis de Guindos.