EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: Una historia que está terminando de escribirse

Les voy a decir una cosa.

Sabía lo que hacía, parece, Richard DesLauriers cuando anoche dijo, primero, que la máxima prioridad era localizar a los dos individuos cuya imagen acababa de facilitar a los medios; segundo, que ambos tipos podían estar armados y ser altamente peligrosos.

ondacero.es

Madrid | 19.04.2013 21:10

Sabía lo que hacía, parece, el FBI cuando recurrió a las televisiones y los medios digitales para que difundieran este vídeo de apenas diez segundos, captado por la cámara de seguridad de una tienda de la calle Boylston, en el que aparecían dos jóvenes aparentemente relacionados, pero que caminaban el uno dos metros por delante del otro, a los que el FBI consideraba “personas de interés”, algo así como “buscados” para esclarecer su relación con las explosiones del lunes.

Aunque el agente DesLauriers no mencionó qué otros indicios, aparte de la forma de caminar o el tamaño de las mochilas, inclinaban a los investigadores a pensar que estos podrían ser los individuos que colocaron las bombas, se ha sabido después que algunos de los heridos que estaban en la zona donde sucedió todo habían confirmado que vieron a un joven dejar una mochila en el suelo y largarse, y que en efecto dijeron que se le parecía mucho a uno de los que salía en ese vídeo.

Apenas unas horas después de que la imagen de los dos sospechosos se repitiera hasta la saciedad en todos los medios de Boston, la policía tuvo noticia de que se había producido un intercambio de disparos en el campus de la universidad tecnológica, el famoso MIT, como consecuencia del cual un agente de seguridad de ese campus había fallecido. Siempre según la versión policial (que es la única, en realidad, que existe sobre todo lo que viene sucediendo en Boston, Cambrigde y Watertown durante el día de hoy), el enfrentamiento a tiros con el agente de seguridad del campus se produjo cuando los dos individuos acababan de robar una tienda.

Lo que sucedió a partir de ese momento ha tenido varias versiones a lo largo del día y es posible que ninguna de ellas sea enteramente correcta. El FBI, como la policía, facilita en cada momento la información que considera más útil, más eficaz, para obtener el resultado que persigue, que es asegurar que la operación termine con éxito y no se produzcan ni más tiroteos ni más explosiones.

Se ha informado de que los dos individuos, tras matar al agente en el campus, obligan a punta de pistola a un conductor a que los traslade hasta la ciudad vecina; media hora después abandonan al conductor en una gasolinera y continúan con el coche hacia  Watertown, esta ciudad de treinta mil habitantes que cuyas calles completamente desiertas han sido la imagen que durante más horas ininterrumpidas han estado ofreciendo las televisiones norteamericanas. En Watertown se produce de madrugada el tiroteo en el que cae abatido uno de los dos individuos mientras que el otro se da a la fuga.

Es la muerte del primero lo que permite proceder a la identificación, saber por fin de quién se trata, su nombre, sus circunstancias y, dato muy relevante para los investigadores y para la opinión pública norteamericana, la nacionalidad, saber si es un norteamericano que mata a otros norteamericanos (que tampoco sería el primero) o si es extranjero, un enemigo venido de fuera, el terrorista foráneo que permite pensar que no hay una organización dedicada al terror dentro de Estados Unidos, que al FBI no se le ha escapado una amenaza interior, organizada, para la seguridad de los americanos. Tamerlan Tsarnaev, 26 años, nacido en Chechenia. Ése fue el primer dato que trascendió. El segundo, que tiene un hermano menor, de 19 años y llamado Djohar, que también se encuentra en los Estados Unidos y que, en efecto, es el otro joven que aparece en el vídeo.

A lo largo de estas últimas doce horas el FBI ha realizado dos tareas paralelas, simultáneas: una, buscar a Djohar, el fugado, en las casas de Watertown donde sospecha que podría estar escondido -la caza del terrorista adolescente, lo llaman los medios norteamericanos-; eso incluye un despliegue policial muy notable en la ciudad y el llamamiento a todos los vecinos para que no salgan a la calle por si se produjeran tiroteos o incluso explosiones: sostiene que el sospechoso tiene su poder explosivos. Y dos, segunda tarea que ha estado haciendo el FBI, indagar en las circunstancias y el pasado de los dos hermanos para entregar a los medios un perfil y un historial, datos que sirvan a los medios para empezar a aventurar, o especular, con los motivos que llevan a dos jóvenes nacidos en Chechenia plantarse en el maratón de Boston para causar dos explosiones que destrocen la vida de personas a las que no conocen.

El hecho de que fueran extranjeros sirvió, al comienzo, para alimentar la hipótesis de los terroristas entrenados en Chechenia y llegados expresamente a Boston para poner las bombas. Pero más adelante se ha sabido que, aun siendo extranjeros, contaban con permiso de residencia permanente en los Estados Unidos, donde tienen familia -un tío que ha salido esta tarde de su casa de Watertown para responder enfadado, pero sin perder la educación, a las preguntas de los reporteros- y donde viven desde hace diez años. No nacieron, por tanto, en los Estados Unidos pero han pasado la mitad de su vida allí. Otro tío de los dos jóvenes ha contado que hacía tiempo que no sabía de ellos, porque habían tenido desavenencias familiares, pero que justo anoche le telefoneó el mayor, Tamerlan, para reconciliarse con él. Unas horas después, estaba muerto.

Ésta de hoy es una historia que aún está terminando de escribirse y alguno de cuyos pasajes puede ser todavía modificado. Están saliendo cada hora datos sacados de conversaciones de los sospechosos con conocidos, de perfiles que tenían en redes sociales o de afirmaciones que, supuestamente, hicieron cuando solicitaron la residencia. Frases que no se sabe bien qué valor tienen -que uno de ellos contara, por ejemplo, que no tenía amigos estadounidenses porque no los entiende- o si están traídas por los pelos para alimentar el retrato prototípico de extranjero no integrado que odia la sociedad a la que, amargado, pertenece.

En Watertown sigue abierta la operación jaula para intentar dar con el hermano que todavía vive. El FBI espera rematar este caso antes de que termine esta jornada. Cuatro días después del atentado, quiere devolver la tranquilidad a los vecinos de Boston cerrando una investigación que no se aventuraba fácil y que se ha acelerado, mucho, en las últimas doce horas.