EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: El estupor aumenta cada día que pasa sin respuestas

Les voy a decir una cosa.

Menos mal que Rex, digo Ajax, el perro policía que esta mañana visitó el palacio de la Zarzuela no olfateó nada raro. Es lo que le faltaba al rey, ¿te imaginas?, que el perro detectara allí unas fincas a nombre de alguna infanta.

ondacero.es

Madrid | 18.06.2013 20:15

Cuentan las crónicas que donJuan Carlos estuvo muy simpático con el perro y viceversa. Y que el perro, pese a ser policía jubilado, tampoco alcanza a explicarse el embrollo éste que ha montado Hacienda con el famoso informe de la infanta.

A punto de cumplirse ya el quinto día desde que le llegó al juez Castro un listado de bienes y operaciones atribuidos a dona Cristina, seguimos donde estábamos ayer: sin que nadie haya sido capaz de explicar, de manera consistente, qué diablos ha pasado. Hacienda, abonada a los comunicados en ausencia de comparecencias (aún) de sus responsables máximos, emitió a primera hora de la tarde una nueva declaración en la que viene a decir que sí, que admite el patinazo, pero que, paradójicamente, todos los pasos que ha dado para atender la petición del juez han sido los correctos.

Dice Hacienda, primero, que no pudo verificar el contenido de esa información remitida a Castro porque el juez no había pedido un informe con criterios fiscales o valoraciones de la agencia, sino sólo los datos en bruto. Esto que comentamos ya ayer: envíeme usted todo lo que tenga sobre esta señora. Es decir, y como anoche nos sugería el presidente del sindicato de inspectores, que el listado de bienes y operaciones de la infanta salió de Hacienda en dirección al juzgado sin que nadie le echara antes un vistazo. ¿Posible? Lo es. ¿Creíble? Eso ya un poco menos. Cuesta creer que el documento remitido al juez lo realizara poco menos que automáticamente el sistema y que nadie reparara en que se hablaba ahí de fincas y viviendas que nunca antes habían sido detectadas. Y dice Hacienda, segundo, que ellos se limitan a transcribir los datos que aportan terceros, es decir, que vuelcan los datos de los notarios y los registradores, los ponen en un papel, ¡y para el juzgado! Y que oye, si en los bancos de datos de estos terceros los bienes están a nombre de la infanta, a ellos que los registren. De manera que la Agencia Tributaria sostiene que ella lo ha hecho todo bien, que los datos venían averiados de origen y que no tiene por qué verificarlos.

Lo que no se entiende, entonces, es por qué Hacienda incluye en su comunicado este párrafo, a modo de atenuante, en el que menciona que cada año procesa más de mil millones de datos y que las peticiones de los juzgados han de ser atendidas muy rápidamente. Si la Agencia Tributaria lo ha hecho todo como debía, da igual que maneje trece datos o mil millones de datos; y si lo ha hecho mal, también da igual. El comunicado de Hacienda, bien leído, lo que está diciendo es: vayan a reclamarle cuentas a otro, porque son otros (notarios y registradores) los que tienen apuntadas estas ventas de fincas a nombre de la infanta, o para ser precisos, adjudicadas al DNI de la infanta. Si Hacienda ha podido confirmar que el listado de propiedades es erróneo es por lo que nos explicó anoche el colegio de registradores: vas al registro, compruebas quiénes han sido los titulares de esos bienes y ves que allí no hay infantas por ninguna parte.

Pero permanece sin resolver el misterio éste del DNI, que es la clave de todo el embrollo: si el notario de turno tiene delante a una señora que se llama, por ejemplo, María Angelines Cañizares Córdoba, provista de su DNI, que es una ristra de números, y que acude a firmar el traspaso de la titularidad de tres fincas y una vivienda a sus hijas Ángela y Aurelia, que también comparecen en la notaría con su DNI cada una -otras dos ristras de números-, cómo acaba convertido ese acto en una compraventa en la que figura como DNI de la mujer que vende el 14. Dices: es raro confundir un DNI corriente con el DNI número 14, salvo que el notario se haya equivocado de casilla al meter luego los números en el sistema, pero más raro es que un cambio de titularidad (de la madre, Angelines, a las hijas Ángela y Aurelia) acabe registrado como una venta en la que estas últimas pagaron cinco mil euros por un terreno, 2.600 por otro, 46.500 por una finca urbana.

Si a eso se le añade que esta misma pifia -ponerle al vendedor un DNI que es el 14- se tuvo que producir varias veces en notarías y registros distintos, el tema ya es de aurora boreal. Que, transcurridos cinco días de lío, nadie haya podido aclarar aún en qué momento del proceso se cuela en el sistema ese número mágico, el 14 como DNI del vendedor que hace la operación,  revela o pocas ganas de aclarar toda esta historia o poca pericia de los investigadores: tampoco hablamos de un proceso con miles de pasos intermedios, alguien vuelca los datos de la notaría al sistema y chimpún. Si es ahí donde bailaron las casillas tampoco será tan difícil saberlo.

CristóbalMontoro, máximo responsable de Hacienda que ayer reaccionó a las preguntas sobre este asunto como si la Agencia Tributaria no fuera cosa suya -si hay algo que aclarar, que lo aclare la agencia, dijo- anuncia hoy que comparecerá encantado en el Congreso para explicar la ca...la metedura de pata. Ya saben cómo es Montoro: ¿inconveniente en ir al Congreso a lidiar con la oposición? Ninguno. Hay pocas cosas que le pongan más a este ministro, flamenco y desinhibido. Bien está que el ministro anuncie su disposición de ir a la Cámara a responder todas las preguntas, pero tampoco huelga que, en cuanto sepa de verdad lo que ha pasado, él, o alguien de su ministerio, se animen a comparecer ante la prensa para despejar incógnitas. El estupor aumenta cada día que pasa sin respuestas.