OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Aire al bulo en el Congreso"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la comisión de investigación en las Cortes sobre los atentados en Barcelona que Puigdemont incluyó con el único fin de alimentar el bulo de que era el CNI, era el Estado, quien utilizado a los yihadistas para dar un susto al gobierno catalán.

Carlos Alsina

Madrid |

El día de los enamorados, que aprovechará, seguro, el Gobierno para reconstruir la relación de Pedro y Yolanda -pareja con desavenencias- y, en lo que pueda, la relación de Sánchez con Puigdemont -pareja de conveniencia sobre la que se ha construido la legislatura entera-.

El pacto de gobierno que firmaron el PSOE y Sumar es papel mojado en todos aquellos apartados que no secunde Puigdemont el castigador. Y ya se va viendo que no son pocos.

CIS

Viendo el CIS, lo raro es que Sánchez no convoque elecciones todos los meses.

Ayer debió de hacer fiesta en Waterloo porque se produjo la escena más querida, más buscada, por este propagador de distorsiones históricas, manipulaciones de la realidad y bulos incombustibles (o sea, embustes) que ha sido siempre Carles Puigdemont.

La basura conspiranoica de un sector del independentismo

Una fiesta para Junts: ver a un yihadista condenado por una matanza acceder al Palacio de las Cortes, y ocupar su sillón en una de las salas -esposado y con policías vigilándole- para poder verter allí la basura conspiranoica que un sector del independentismo (un sector, que no todo) lleva ocho años removiendo, recalentando y colocándole a todo aquel que se presta a participar en el chapoteo.

El tipo se llama Mohamed Houli y está vivo porque entró el último en la casa de Alcanar donde su grupo dinamitero había ido acumulando explosivos y bombonas de butano con intención de hacer volar la Sagrada Familia. Como aquello les explotó, ahí se acabó la vida, y los sueños criminales, del imán de Ripoll, y acabó en manos de la policía, herido, este Houli. El resto del comando improvisó los atropellos de las Ramblas y Cambrils: dieciséis asesinados, más de doscientos heridos.

Puigdemont aún era presidente de la Generalitat catalana cuando se produjo la matanza. En la víspera de la manifestación que algunos quisieron convertir en un acto de repudio al rey Felipe, la monarquía parlamentaria y el Estado, se difundieron unas declaraciones del president que imputaba al gobierno central haber politizado la seguridad, regateando a los mossos herramientas y recursos, y priorizando otras cuestiones. La semilla ya estaba sembrada.

Que después de conociera que el CNI había tenido contacto con el imán de Ripoll, como tantos otros imanes y asistentes a mezquitas de todo el país, sirvió para dar cuerda a la teoría conspiranoica: era el CNI, era el Estado, quien utilizado a los yihadistas para dar un susto al gobierno catalán.

Con Villarejo como fuente de autoridad, se armó el bulo y se lo echó a rodar. Puigdemont, ya expatriado y prófugo de la Justicia, incluyó una comisión de investigación en las Cortes sobre los atentados con el único fin de alimentar el bulo (y que no decaiga).

El PSOE, urgido a amarrar la presidencia del Congreso para Francina Armengol a la vuelta de las últimas elecciones, transigió con la exigencia y le concedió al independentismo la comisión ansiada. Luego bendijo una lista de comparecientes en la que estaba Villarejo y estaba el yihadista éste de ayer. Una contribución encomiable a la lucha contra la desinformación y los bulos, éstos sin necesidad de algoritmo, presidente.

Junts se demostró interesadísima ayer en escuchar al condenado, se dolió su diputada de que un chico de veinte años hubiese arruinado de esta forma su vida, qué terrible. Si hubiera sido un concejal corrupto o un maltratador no hubiera despertado la compasión de diputada alguna, pero como era un fanático que colaboró en planificar una matanza sí hubo una. Los diputados del PP habían abandonado ya la sala abochornados.

Él terrorista condenado se limitó a leer un papelito que traía y en el que había escrito que el CNI sabía de las intenciones criminales del imán

Él terrorista condenado se limitó a leer un papelito que traía y en el que había escrito que el CNI sabía de las intenciones criminales del imán y aún así permitió que le comiera la cabeza a chicos pacíficos como él. Pero cuando el diputado Iñárritu, de Bildu, quiso saber con qué objetivo acumularon explosivos, qué planes tenían, el compareciente no dijo ni mú. De eso ya no quería hablar.

Pues no, no quería ayudar. Nunca quiso ayudar. Siempre fue otra cosa. Y estaban al tanto de que era otra cosa quienes le bendijeron a Junts la inclusión de este individuo en la lista de convocados. Incluyendo a Sumar, cuyo portavoz Badía renunció ayer a preguntar.

A la comprensión de la diputada puigdemónica se sumó el tuit entusiasta de su jefe de Waterloo por lo alto y claro que había hablado el tal Houli. Misión cumplida.

La era Trump, día vigésimo quinto

La era Trump, día vigésimo quinto. Al mano a mano para acordar con Putin el futuro de Ucrania -sin Ucrania, sin la Unión Europea, sin la Otan- se añade hoy más madera a la guerra comercial. Con Europa. Nos dice Trump que somos maravillosos, que está enamorado de los países de Europa, pero que nos va a meter un puro por haber puesto tantos límites a la actividad de las multinacionales americanas.

Menciona casos de compañías concretas: las tecnológicas, con los límites a su actividad, las multas impuestas por los jueces por abuso de posición dominante o el IVA con se grava sus productos.

Y como todo le parecen obstáculos de los gobiernos europeos a la prosperidad de las empresas estadounidenses, todo le sirve para justificar que, además del acero y el alumnio, soportarán nuevos aranceles los coches y los productos farmacéuticos.

Si la presidenta Von der Leyen, o el presidente Sánchez, confiaban en que tuviera algún efecto la advertencia que han entonado esta semana respecto de la capacidad europea para responder y la determinación de no dejarnos atropellar, hoy saben que, al menos en público, a Trump le entra por un oído y por el otro le sale, si es que ha llegado a entrarle. Él está en lo que está, en diseñar no sólo unos Estados Unidos a su medida, sino un planeta entero que se rija conforme a la manera que tiene de entender el poder y la relación entre países, o sea, el poder. Lo de Ucrania era lo que parecía: negociar el nuevo mapa del país con Putin corriendo hacia el oeste la frontera rusa para que el imperio Putin crezca a costa de que Ucrania mengüe.

Poco va a importar lo que diga Ucrania, que sin respaldo estadounidense se queda a expensas de lo que Putin quiera hacer con ella, y poco va a importar lo que digan la Otan y la Unión Europea, por más que sus gobiernos intenten hacerse valer estos días -hoy mismo en Munich- reclamando al amigo americano que los tenga en cuenta. O en el peor de los casos, que disimule. El nuevo mundo lo quieren diseñar entre tres: Trump, Putin y el chino Xi. Como en la canción de Sabina: ‘entre los tres nos organizamos si puede ser’.

Monólogo de Alsina: "Aire al bulo en el Congreso"