Se llama Suma-nadasa Abey-guna-wardena, uff, sesenta y tres años, natural de Sri Lanka y de profesión, profeta. Bueno, él se dice astrólogo: se ha ganado la vida los últimos treinta y dos años emitiendo presagios para el hombre que lo tenía contratado, Mahinda Rajapaksa, presidente del país, para más señas. La historia del adivino presidencial, atención Arriola, es una de las más amargas historias de caída en desgracia que se han producido en todo este año, es decir, los últimos trece días.
Sinopsis: el presidente de Sri Lanka, Rajapaksa, confiaba tanto en su Rappel de cámara que dejó en sus manos una decisión altamente relevante: fijar la fecha de las elecciones presidenciales. Dime qué día deben abrir las urnas para que yo la gane, fue la encomienda. Suma-nadasa Abey-guna-wardena, uff, pidió unos días para hacer sus cálculos. En las dos elecciones anteriores su jefe había ganado con holgura, circunstancia (completamente ajena a sus talentos) que le había procurado al adivino una fama de visionario tan grande y tan inmerecida como la que en su día tuvo José Blanco.
Llegado el mes de noviembre, nuestro Aramís Fuster ceilanés emitió su esperado dictamen: el día más favorable era el ocho de enero. “Haga usted las elecciones ese día, mi presidente, y ganará de calle”. El presidente miro el calendario y se vio obligado a preguntar: “¿Estás seguro de la fecha?, mira que el día 13 llega Francisco”. ¿Qué Francisco? ¿Qué Francisco va a ser, el Papa? Vaya un adivino. Y Rappel dijo: no hay problema. Recibirá usted al Pontífice reforzado por una victoria legendaria. Ah, Rajapaksa no lo dudó. Convocó su propio examen en las urnas dos años antes de lo que tocaba. Anticipadas, anticipadísimas, a lo Artur Mas. (A lo Artur Mas en 2012, se entiende, en 2015 aún no se sabe qué pretende, y eso que ha estado esta mañana más de un hora de raca raca ante los periodistas).
Volvamos a nuestra historia de asesores con vista: se la jugó el veterano presidente esrilanqués, todo al ocho de enero,tan seguro de que los astros estaban de su lado que el mismo día de las elecciones se mostró, un poco en su línea, arrogantemente convencido del fiestón que iba a montar para celebrarlo. Cuando empezó el escrutinio puso cara de no entender nada. (De acuerdo, como Artur Mas en 2012).
La victoria no sólo no parecía segura sino que, a medida que se contaban los votos, se le escapaba. Y tanto que se le escapó. El nuevo presidente del país es el candidato opositor, Sirisena, este señor moreno, con gafas y vestido de blanco al que se ve en las fotos de hoy junto a otro señor que también va vestido de blanco, el Papa. El país ha cambiado de presidente en un pis pas, a Rajapaksa lo han mandado a su casa y Arriola, digo Abey-guna-wardena, ha inicia su nueva vida de asco. Se ha quedado sin limusina, sin chófer y sin bungalow para él solo, que era una casa enorme en una de las zonas más caras de Colombo. Entrevistado hoy por la prensa internacional ha dicho estas dos cosas en su descargo:
· Que acertar con el día de las elecciones puede ayudar en un cinco por ciento, pero para ganar lo verdaderamente importante es tener suerte.
· Y que si él le hubiera dicho al presidente que iba a perder, éste se habría desmoronado psicológicamente y su derrota habría sido aún mayor.
“Nadie puede acertar siempre”, dice el adivino sin trabajo, “hasta Nostradamus, oiga,se equivocaba”.
El CIS, quedó de manifiesto en las últimas europeas, no sirve como bola de cristal. El CEO, centro de estudios de opinión de la Generalitat, tampoco. Por más que observen e interpreten la posición de los astros los gurúes que asesoran a Rajoy, a Artur Mas, a Susana Díaz, a Samarás en Grecia, no hay manera de saber qué saldrá de las urnas en las que todos ellos, antes o después, van a examinarse. Antes de plantarse en Grecia para echarle un cable a su colega conservador a dos semanas de que Syriza cumpla, o no, con el demoscópico pronóstico de su victoria, Rajoy les recetó confianza a sus barones y baronesas apiñados (haciendo piña) en la sede de Génova. “Vamos primeros en las encuestas”, les dijo, veinticuatro horas después de que El País los colocara terceros.
“Vamos primeros y Podemos es segundo”, id y predicad el abismo en que caerá el país como gobiernen estos. Sus gurúes le dicen a Rajoy que recordando cada día que la crisis ya no es tan crisis como antes y que sólo si sigue gobernando él volveremos a la bonanza conseguirá atraer de nuevo a los votantes que, habiéndole escogido en 2011, no quieren ni oir hablar de él en 2015. A Artur Mas lo que le dicen sus gurúes no es, en realidad, gran cosa, porque el único gurú con quien consulta el president sus decisiones es él mismo. Por eso dedica sus discursos y ruedas de prensa a exponer la cantidad de elementos que maneja ahora mismo en su cabeza y que le lleva a no terminar de poner nunca el huevo.
Hoy tampoco fue ese día en que el líder de Convergencia les cuenta a los catalanes cuándo podrán ejercer su derecho a decidir quién les representa en el Parlamento autonómico. Y a Susana Díaz lo que le están diciendo sus gurúes es que conviene ir alimentando la idea de que es Izquierda Unida quien quiere volar el pacto de gobierno en Andalucía por puro cálculo electoral por si tuviera que acabar anunciando, uno de estos días, que las elecciones serán también en esta comunidad antes de lo previsto.
La bola de cristal no existe. Ni para los procesos de elección políticos ni para para las deliberaciones de criterios judiciales en casos con repercusiones también políticas. Se equivocaron en el pronóstico quienes pensaron que el Supremo respaldaría el criterio de la Audiencia Nacional sobre el descuento de penas para etarras. Lejos de respaldarlo, han dejado a esos jueces a los pies de los caballos. Atención, atención, se busca a Santi Potros para meterlo de nuevo en chirona. Por nueve a seis, los jueces del Supremo han decidido que lo correcto es no descontar: si el recluso cumplió diez años de prisión en Francia porque lo condenaron en ese país, no hay que descontarle diez de la condena que le fue impuesta en España.
A diferencia de lo que, hace semanas, interpretó la Audiencia Nacional, el Supremo establece ésta como la lectura correcta -corrige el criterio de los jueces de la Audiencia- y se matiza a sí mismo: es una sentencia del Supremo de 2008 la que invocaba el abogado del etarra Pikabea para reclamar que le fueran descontados a éste los años que cumplió en Francia. La decisión de la Audiencia que supuso la excarcelación de Santi Potros está recurrida por el fiscal, de manera que cuando el tribunal examine el recurso, y teniendo presente este criterio de hoy, habrá de aceptar la tesis de la fiscalía y ordenar que se localice y detenga al etarra para devolverlo a la celda. A ver dónde anda.
De prisión salió también, antes de tiempo y por razones de salud (o de muerte inminente) el etarra Bolinaga, carcelero de Ortega Lara y asesino de tres guardias civiles. Su cáncer parecía tan terminal (o eso alegó el gobierno) hace dos años y medio que se le concedió la libertad condicional. Entre entonces y hoy, aparte de que el etarra se ha dejado ver en compañía de sus groopies, un juez de la Audiencia Nacional localizó la declaración de un testigo que se había traspapelado y señaló a Bolinaga como autor del asesinato de Antonio Ramos, crimen del año 86 cuyo autor nunca fue establecido, ni juzgado, ni condenado. Reabierto el caso e inculpado Bolinaga, el juez ordenó su prisión provisional (que cumple, en realidad, en casa) y hoy la fiscalía ha solicitado 29 años de prisión como autor material de los disparos.
Dado que el terrorista sigue vivo, y mientras esa situación no cambie, es factible que aún sea juzgado por este crimen del que, hasta ahora, permaneció impune y que, en consecuencia, sea condenado. Y la pregunta en ese caso sería qué se hace con un asesino condenado a 29 años que, a la vez, sigue constando como enfermo en fase terminal. Qué se hace con el vivo asesino múltiple Bolinaga.
Mejor no hacer pronósticos. “Nostradamus también se equivocaba”.