EL BLOG DE ALSINA

Hoy no es San Isidro, es San François

Les voy a decir una cosa.

Hoy no es San Isidro, es San François. El salvador de Europa que empezó por salvarse a sí mismo cuando estuvo a punto de partirle un rayo. En su primer día como presidente de Francia, y cuando volaba hacia Berlín para su primera vez con la señora Merkel, un rayo alcanzó el avión presidencial –el air François- esta tarde, obligando al francés a darse la vuelta. Hála, pa casa. Dices: qué mala suerte, su primer encuentro internacional y ya no llega.

ondacero.es

Madrid | 15.05.2012 20:13

Investidura de Hollande
Investidura de Hollande | Agencia EFE

El disgusto de Angela Mérkel, que en lugar de François Hollande ahora le llama François Au Revoir. Tranquilos, que no se ha librado la alemana de la visita porque la presidencia de Francia tiene más de un avión y de inmediato se ha preparado un segundo aparato para que Hollande pudiera atender su cita. Bien empezamos, ha debido de pensar el equipo del presidente, que estos días le viene dando alas a la idea de que empieza un nuevo tiempo para Europa. La Europa que quiere un poquito de por favor, cuartelillo para poder cuadrar las cuentas públicas con más tiempo, ampliación de los plazos, retraso en el objetivo de déficit cero, esa Europa, que es numerosa -probablemente mayoritaria- celebra el advenimiento de la nueva esperanza blanca. François Hollande. Presidente francés desde hace nueve horas, reverso de Nicolás Sarkozy en su forma de entender el liderazgo, socialista, treinta años en política, debutante en responsabilidades de gobierno -ahora las decisiones son suyas-, y nueva pareja de baile de Angela Merkel en la dirección (o directorio) europeo.

“En Europa nos esperan y nos miran”, dijo el presidente Hollande en su discurso de toma de posesión esta mañana. En Europa nos miran. Esta forma de hablar que también usamos mucho en España, como si Europa no fuéramos nosotros mismos, ¿verdad? Francia es la segunda economía de la Unión Europea, la segunda nación con más peso específico, y tampoco necesitan los franceses que se subraye lo importante que es su país porque para eso ya están ellos y sus dirigentes. Hollande combina este mensaje de “somos la pera” con una humildad en las formas, o en lo personal, con la que intenta desmontar esa imagen que tiene El Elíseo como palacio de un monarca republicano, el Papa laico tentado a creer, erróneamente, que es infalible.

Pretende ser, eso ha dicho, un presidente corriente (esto seguramente es una contradicción), un hombre común que asume la responsabilidad de dirigir la nación. No ha invitado a su toma de posesión ni a sus hijos ni a nadie de la familia y el único elemento, digamos, vistoso que se ha permitido en la ceremonia sosa que intencionadamente ha escogido fue un recorrido por los Campos Elíseos en coche descapotable, francés, por supuesto. No ha llegado a decir que “cualquiera puede llegar a presidente”, tampoco ha dicho “el poder no me cambiará”, pero sí se percibía en el ambiente algo muy parecido al “no nos falles, no nos falles” que le cantaron a Zapatero el día que llevó al Partido Socialista de nuevo al gobierno.

Ahora es Francia la que vive ese cambio de signo político que, si todo sale como espera Hollande, se verá ratificado en el nuevo Parlamento que saldrá de las elecciones de junio. Y que es un cambio de signo que, ciertamente, ha despertado muchas expectativas en la Unión Europa. El mesianismo no va con él, pero es consciente de que muchos le ven como un mesías, aunque tenga dicho que ni pretende darle la vuelta a todo que hasta ahora se viene haciendo ni es contrario a la austeridad y el recorte del déficit público para equilibrar las cuentas.

Hollande agarra el timón de una Francia a cero. A cero crecimiento. Estancada en el cero por ciento de PIB en el primer trimestre, perdida la triple A que siempre exhibió su deuda pública, y esquivando a duras penas la recesión en la que hemos recaído sus vecinos italianos y españoles. Cero es también la nota media que obtuvo la zona euro en los primeros tres meses de año, salvada la media de incurrir en números negativos por el único país que sigue tirando un poco, y que se llama, claro, Alemania. El último trimestre de 2011 también fue negativo en este país, pero ha salvado rápidamente el hoyo y vuelve a crecer, aunque sea tan poco que cuesta llamarlo crecimiento. Si Alemania lleva la voz cantante en Europa no es sólo por su tamaño y su PIB, también porque es quien mejor ha aguantado el embate de la crisis ésta que nunca acaba. Ésa es su fortaleza, no la cabezonería de la señora Merkel que el amigo Hollande se propone ir ablandando. Esta noche se producirá la primera comparecencia conjunta de Merkel y Hollande ante la prensa y lo más urgente es saber cómo ven lo de Grecia.

Grecia celebró esta mañana la reunión refinitiva, la de los líderes de los partidos con representación parlamentaria (a excepción de este señor llamado Micaloliakos que dirige el partido neo nazi y que niega que existieran las cámaras de gas en los campos de concentración). Reunión que ha consistido en persuadir entre todos a Tsipras, el líder de la Coalición de Izquierda Radical, para que sumara su apoyo a un gobierno, casi cualquier gobierno, con tal de no tener que repetir las elecciones con la consiguiente interinidad del gobierno griego en vísperas de reuniones europeas y de afrontar pagos de vencimientos.

La persuasión no ha sido efectiva porque sigue sin haber mayoría parlamentaria para elegir un primer ministro, lo que anticipa las nuevas elecciones y el duelo que se va a plantear -veremos con qué alianzas electorales- entre los partidarios de cumplir con Europa (la derecha, el partido socialista y otras formaciones pequeñas, tal ven en coalición todos ellos esta vez) y los partidarios de exigir que se renegocie el rescate o incluso que se rompa con la Unión Europea.

Syriza, el segundo partido en las últimas elecciones, juega sus bazas para emerger como la formación más votada, formar gobierno y tratar de demostrar que es posible obligar a los socios europeos a que revisen el rescate porque tampoco a ellos les interesa que Grecia salga del euro. De la transcripción de las reuniones anteriores que ha difundido la presidencia de la República se desprende que la clave siempre ha sido Syriza, Alexis Tsipras, que estaba dispuesto a negociar un gobierno sólo si éste asumía como primera y única misión tumbar el acuerdo de rescate en vigor, es decir, dejar claro desde el primer día que no se iban a pagar las deudas en la cuantía y los plazos firmados. El presidente de la República les contó a Samaras, Venizelos y Tsipras (derecha, socialista e izquierda radical) sus conversaciones con Van Rompuy y el presidente del Parlamento Europeo, dispuestos a echar un cable porque lo imprescindible era que se formara un gobierno, y les urgió a ponerse de acuerdo con esta frase: “Vuestras diferencias son muy pequeñas en comparación con el deber que tenéis con vuestra nación”.

Luego les leyó la carta del primer ministro interino, Papademos, en la que explica que hay que formar gobierno como sea porque hace falta un interlocutor con la Unión Europea. No consiguió el objetivo. En algún momento de la reunió el líder socialista llegó a plantear una maniobra parlamentaria un poco chusca: celebrar la investidura en el Parlamento, pero ausentándose de la misma los diputados suficientes para que la suma de Pasok y Nueva Democracia fuera mayoría, una especie de tongo pactado en el que la oposición se resignara a menguar para que, al menos, se pudiera formar un gobierno. A lo que Tsipras replicó que eso sería un fraude a la Constitución, momento en el que el presidente de la República, perdiendo la paciencia, dijo algo así como “no estamos aquí para recibir lecciones legales de un estudiante de primer curso, sino para solucionar el problema”. Tsipras ha sido la clave y Tsipras, si las encuestas están en lo cierto, va a ser la clave del futuro inmediato de Grecia y de los griegos. De Grecia, de los griegos y, por la parte que nos toca, del resto de los socios de la zona euro. Recién llegado Hollande al directorio europeo, ya tiene una crisis seria que afrontar.