La sensación que se ha extendido en el PSOE, en estas dos jornadas ya de reflexión, es que su todavía votante, o ex votante con ganas de volver, les está diciendo a los de arriba lo que Lola Flores a sus fans en la boda de Lolita: “Si me queréis, irse”. Si queréis contar conmigo, dejad de contar con vosotros mismos. La pregunta, para algunos barones inquietante, que se abre hoy camino al calor de la retirada que ayer anunció, vencido, Rubalcaba, es ésta: “Si él se va, ¿por qué no se va a tener que ir el resto?” O planteado en otros términos: si el triunfo socialista en Andalucía lo interpreta el socialismo como mérito de su lideresa regional, no de Ferraz, cómo ha de interpretarse entonces lo que ha ocurrido en casi todas las demás comunidades, el fiasco de unos resultados especialmente amargos en Cataluña, el País Vasco y la comunidad de Madrid. En Cataluña CiU le ha sacado 90.000 votos al PSC; Esquerra le ha sacado 235.000.
En europeas, que son las elecciones que en 2009 ganaron de largo los socialistas. El bipartidismo, en Cataluña, es CiU-Esquerra. Pere Navarro, abatido socialista, empezó a coger la puerta ayer mismo con menos determinación, es verdad, que Rubalcaba. No descarta congreso extraordinario del PSC pero aplaza la decisión al mes que viene y dice seguir con ánimo para ejercer de líder.
En El País Vasco, EH Bildu le ha sacado 75.000 votos al Partido Socialista. El PNV, 100.000. Bipartidismo en Euskadi -hegemonía- empieza a ser PNV-Bildu. Patxi López, a diferencia de Navarro y de los otros barones electoralmente heridos, sí ha conjugado el verbo “salir”: renuncia a la secretaría general del PSE y anuncia congreso extraordinario. Atención, para después del congreso federal, al que podrá acudir aún en condición de cabeza visible del socialismo vasco. Igual es prematuro, por ello, dar por amortizado a López en la carrera por auparse, o aupar a alguien, a la secretaría general del partido y al cartel electoral de 2015.
Es verdad que él mismo ha dicho que “los tiempos nuevos exigen nuevas caras”, pero el banquillo en el partido, a falta de que vayan asomando aspirantes, es aún tan corto que habrá que entender por caras nuevas rostros tan conocidos ya como Chacón, como Madina, como García Page. Como Susana, por supuesto, reina del mambo que sin necesidad de haber sido aún cabeza de cartel ya es cabeza de poder interno e institucional del PSOE. En Cataluña y el País Vasco el pinchazo socialista ha sido demoledor.
En la comunidad de Madrid también. El PP, en horas muy bajas, le saca 250.000 votos al PSOE. Que de 2009 a hoy pierde la mitad de sus votos y se ve superado por la suma Podemos e IU. Pero a Tomás Gomez le han preguntado hoy si él también está pensando en irse y ha puesto cara de “qué me estás contando”: el fracaso del PSOE en Madrid es cosa de Rubalcaba, no de la dirección regional que él encabeza y menos aún de él mismo. Pedirle a otro que se vaya siempre es más fácil que mirarse al espejo y preguntarse si no seré yo una parte importante del problema.
De momento es el PSOE, en España, quien con más visibilidad y crudeza está encajando los resultados del domingo. Ya vendrá la digestión del PP, que también tiene que hacerla. Y la de CiU. Y la de UPyD, que mejora resultados pero no termina de romper.
En Estrasburgo, la constitución del nuevo Parlamento se la toman con calma. Hasta julio no toman posesión del escaño, el despacho, los asesores y los billetes de avión los 751 diputados que han salido elegidos en mayo. Piano piano que antes hay que forjar algunas alianzas por arriba para decidir, por ejemplo, quién preside la comisión europea. Ay, esta puesto que por primera vez iba a ser cosa nuestra, de los votantes. Juncker, Schulz, Verhofstaf, Tsipras, Ska Keller. ¿Se acuerdan de aquel debate a cinco? Uno de ellos será presidente, nos dijeron. Esta noche empiezan a darle una vuelta al tema, como diría Rajoy, los jefes de gobierno europeos reunidos en Bruselas.
Y el jueves ya nos contó Jacobo de Regoyos que el runrún en Bruselas decía que al final podía ser presidente de comisión uno (o una) que ni siquiera participó en el debate a cinco, y que ni siquiera ha sido propuesto (aún) por partido político alguno. Para ser presidente necesita el respaldo del Parlamento, la mitad más uno, pero la propuesta la hacen los jefes de gobierno que lideran, a su vez, a sus grupos parlamentarios respectivos.
De manera que sí, puede acabar de presidenta de comisión Cristine Lagarde, algún luxemburgúes -que siempre mojan- o el papa Francisco. Ya avisamos, hace dos meses, de que esto de la elección de presidente tenía truco.
Aunque visto desde España, pueda sorprender, en el análisis de los resultados que están haciendo los gobernantes europeos lo principal no es ni Podemos ni Pablo Iglesias, de lo que más están hablando es de Francia, lo que Manuel Valls llamó este domingo un terremoto y lo que Hollande llamó ayer mismo la reacción a una Europa que se ha vuelto incomprensible e indescifrable incluso para los gobiernos. La victoria del antieuropeísmo que encarna el Frente Nacional y que el presidente Hollande atribuye a la decepción que, para los ciudadanos, ha resultado ser el proyecto común europeo,
Es cierto que Hollande anda a la búsqueda de culpables a los que poder cargar, fuera, el fracaso que, por segunda vez, ha encajado su partido en unas elecciones, pero una cosa seguramente no quita la otra. Y está bien que esta reflexión sobre el desencanto europeo y el crecimiento de los euroescépticos (en Francia, en el Reino Unido, en mucha menor medida pero también en España), se la hagan los que gobiernan porque son ellos los primeros responsables -no los únicos, bienvenidos a esta reflexión también los medios- de que Europa hoy se vea como la imposición, por las bravas, de los caprichos de Alemania al resto de los países de la Unión, especialmente a nosotros, los del sur, porque estos alemanes disfrutan asfixiándonos y convirtiéndonos en su colonia para hacer dinero.
Pasarte un mes diciendo ahora que la elección al Parlamento es esencial porque esta institución es la que decide las políticas que nos afectan a todos resulta ligeramente ridículo cuando te has pasado cinco años contando que Merkel dice, que Merkel quiere, que Merkel manda y que al resto de los gobiernos europeos sólo les queda acatar, bajar la cabecita y actuar servilmente.
No es tanto que Europa se haya vuelto indescifrable como que los gobiernos nacionales, en su afán por adjudicar la autoría de las políticas más contestadas al vecino de fuera, nos han persuadido a todos de que esto es terriblemente simple: Europa es una herramienta de Alemania y todos, empezando por Francia, somos coros y danzas. Si lo es Hollande, no lo va a ser el Parlamento europeo.
Teniendo eso presente, el discurso de simplificación en el que nada pintan los jefes de gobierno y en el que los parlamentos nacionales que han ido ratificando las políticas de austeridad son puras correas de transmisión que cumplen el paripé de dar barniz democrático a las imposiciones alemanas, lo sorprendente es que estos mismos gobiernos se sorprendan de que crezca el recelo a esa Europa que sólo le interesa a uno, los sorprendente es que Hollande culpe a Bruselas de no poder hacer la política económica que necesita Francia y que luego abra los ojos como platos cuando Marine Le Pen triunfa con un mensaje sintético que dice “que le dén a Bruselas y que le dén a Alemania, Francia para los franceses”.
Si Europa se ha convertido en un estorbo porque el euro está mal diseñado, porque no nos dejan mutualizar la deuda, porque Draghi lo consulta todo con el Bundesbank, porque Merkel siempre está pensando en sus elecciones siguientes, oiga, lo raro es que los euroescépticos no lo hayan ganado todo.