Póngamosle nombre a la noticia, ver qué pasa. La noticia es que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha citado a Artur Mas el día quince para informarle de que está denunciado por la fiscalía (desobediencia) y pedirle su versión de los hechos. El magistrado que investiga el asunto, y que cita, se llama Abril Campoy, Joan Manel. Y miren cómo ha llegado a formar parte del Tribunal Superior. Lo escogió el Consejo del Poder Judicial de entre una terna de juristas de prestigio propuesta, atención, por el Parlamento de Cataluña. Abril Campoy fue bendecido como candidato por Convergencia i Unió y por Esquerra Republicana. Tócate las narices.
Repetimos, como en el anuncio de natillas (y aunque que quede viejuno): el juez instuctor que imputa a Artur Mas fue apoyado por el partido de Artur Mas y por Esquerra. Si alguna sombra de parcialidad cupiera atribuirle, que no es el caso, es justo la contraria a la que la corte artúrica está aireando. No es un inquisidor madrileño enviado por Rajoy para meter al líder rebelde en una jaula, es un jurista cuyo prestigio certificó el Parlament y que se ha limitado a hacer lo lógico cuando tres cargos públicos han sido denunciados por desobediencia al Constitucional: convocarlos con abogado para contarles lo que hay y preguntarles qué hicieron al saber que el Alto Tribunal suspendía su consulta de cartón. Punto.
Éste es un juego cansino que, a estas alturas, ya nos sabemos todos. Imputado es una palabra demoledora que inhabilita al aludido para seguir dedicándose a la política (si el imputado es adversario) o es un puro trámite que no presupone efecto alguno y que, por tanto, sería injusto que impidiera al afectado a seguir haciendo su trabajo (si el imputado es de la cuerda de uno). Pero el juez instructor, y el tribunal, ha hecho lo que todo el mundo sabía que iba a hacer. Lo que el diario La Razón anticipó el viernes que haría esta semana. Proceder a la imputación. Paso necesario tanto para procesar, si llega el caso, a Artur Mas como para, investigado el asunto, exonerarlo. En cuyo caso esta clá que está zumbando al tribunal por imputarle saldría a aplaudirle por hacer justicia. Y viceversa. La clá que actúa hoy como si hubieran declarado ya delincuente al rey Artur saldría a denunciar que les ha faltado valor a los jueces, en Cataluña, para llegar hasta el final en la sanción penal al desobediente.
La España de la trinchera se levanta confusa. ¿Es un juez españolista que persigue al profeta independentista, o es un juez pastelero que le está haciendo el favor de convertirle en mártir? Si le imputas porque le imputas y si no, porque no.
El independentismo suspira por su martirologio. Un mártir de verdad. Juzgado, procesado y, a ser posible, encarcelado. Tiempo le ha faltado a la corte artúrica para recordar que el 15 de octubre fue el día que fusilaron a Companys (aquí para hacer propaganda ya sirven hasta las efemérides). Más le vale a Mas frenar esta corriente porque van a pedir que lo fusilen por el bien del proceso. Deben de estar pidiendo al cielo que ese día llueva, para poder sembrar de paraguas la explanada ante el Tribunal, la multitud arropando al líder, a la manera en que el PNV sembró de paraguas el Superior de Justicia del País Vasco cuando éste citó, por desobediencia, a Juan María Atutxa. Pura escenografía de propagandistas y coreógrafos. El pueblo que protesta: lo vimos en Euskadi cuando Atutxa o en Valencia cuando fue imputado Paco Camps. En la historia reciente de España todo acaba siendo remake.
Hasta que el juez no tome la decisión siguiente (que es la relevante: si procede a acusar de delitos concretos o si la imputación decae) todo lo que hay es aprovechamiento político de la cosa. Esta nueva condición de president imputat, ¿entorpece o facilita que Mas consiga sacar adelante su investidura? La broma ya la hicimos en el especial elecciones de la noche del domingo: si es por desobedecer al Constitucional por lo que es imputado, la CUP no es que le haga president, es que le hace papa. O pope de la insumisión a las leyes del Estado. “La independencia es desobediencia”, pregonó en la noche electoral Antoni Baños. Está por ver que la broma deje de serlo para convertirse en argumentario político. Si no en boca de la CUP, quién sabe, de algún diputado de otra lista.
Calculator, entre tanto, o sea Artur Mas, juega sus bazas. Como ha hecho siempre. Y hasta el día de hoy, flotando como un corcho entre los restos de un naufragio.