El gobierno retoma aquella idea suya de limpiar el calendario laboral de festivos entre semana. En 2013 no habrá puente de Todos los Santos. Dices: bueno, ya no lo iba a haber porque el primero de noviembre de 2013 cae en viernes y el día de Difuntos será sábado. Cierto. Pero es que el año que viene, si prospera esta iniciativa, no habrá ni puente de noviembre ni ningún otro. Lo cuenta Mar Díaz Varela hoy en la Vanguardia. Para cerrar el nuevo calendario laboral, sólo falta que el presidente dé el visto bueno a los cambios.
Entre las fiestas que podrían moverse se mencionan San José, que el año que viene es martes y siempre es fiesta en Valencia, y Santiago, que cae en jueves y se celebra siempre en Galicia. Se salvarían de la mudanza Ano Nuevo, Navidad, el primero de mayo y el doce de octubre. Ah, y la Inmaculada Concepción, también conocida como Purísima, por expreso deseo del cardenal Rouco Varela.
Aunque España sea estado aconfesional y aunque la jerarquía de la Iglesia carezca de papel alguno en el diseño de los días que se libran y se trabajan, ocurre que nuestro calendario laboral está salpicado de jornadas festivas que lo son por su connotación religiosa: Navidad, Reyes, Viernes Santo, la Purísima y la virgen de la Asunción. Y quien más se resiste a que le toquen las fiestas es Rouco, que ha estado negociando duramente el asunto con la vicepresidenta Soraya. Imaginen cómo habrá sido la negociación. A un lado de la mesa, la vice con un calendario de anillas de esos que llevan publicidad de la empresa que lo regala (obviamente se ha abstenido de usar el calendario del cuerpo de bomberos de Bilbao para no distraerse). Al otro lado, el cardenal con el calendario litúrgico. Y empieza la negociación:
- Le cambio Viernes Santo por la Asunción.
- No, Viernes Santo es intocable, qué sería de las procesiones; y la asunción también es intocable, qué sería de las procesiones marineras.
- Pues quitamos entonces la Purísima.
- Cómo vamos a quitar la Purísima, si España, como usted sabe, Soraya, es muy mariana.
- Pues alguna habrá que sacrificar, cardenal, tiene que notarse que estamos concienciados.
- Quite el uno de mayo, que no es mío, o el seis de diciembre, que, total, es San Bonifacio.
- Hombre, será San Bonifacio pero es la Constitución, si le quitamos el festivo igual la debilitamos.
Tremenda la negociación, ya se imaginan. Y al final, según la información que se ha conocido hoy, el plan es eliminar Todos los Santos y salvar la Purísima que el año que viene cae en domingo. Eso es todo, porque Navidad no se toca, la Hispanidad tampoco y mucho menos el primero de mayo, que podría ser interpretado como un intento de torpedear las abrumadoramente multitudinarias manifestaciones que ese día celebran los sindicatos.
En conclusión, que aquello que dijo Rajoy en la investidura, pasar a lunes todas las fiestas de entre semana, va a tener tantas excepciones que no cabe considerarlo en serio una norma. ¿Y entonces para qué tanto lío? Pues para poder decirles a nuestros amigos europeos que el año que viene vamos a trabajar más. Un día más, en concreto. Que en un país en el que lo milagroso empieza a ser tener un puesto de trabajo no parece que sea una reforma revolucionaria, pero oye, si cuela con la señora Merkel, pues cuela. Y si ella pregunta por qué no quitamos más festivos, siempre puede el gobierno echarle la culpa a Rouco.
En este dos de noviembre, Día de Difuntos, día de luto en Madrid, se ha acelerado la investigación que empezó ayer sobre el aplastamiento que causó la muerte a tres jóvenes en el Madrid Arena. La policía ha recabado las fotografías y los vídeos que realizaron muchos de los asistentes para tratar de esclarecer cómo se originó el amontonamiento de personas en uno de los pasillos. Están realizando también estimaciones del número de asistentes que llegaron a reunirse en la pista central del recinto a partir de imágenes captadas también por asistentes y por periodistas que estaban cubriendo la fiesta.
Aún no hay una conclusión oficial, pero fuentes de la investigación consideran evidente que el aforo en esa pista central era muy superior a lo razonable. Pueden haberse dado dos circunstancias: que entraran a la fiesta más personas de las permitidas -como vienen denunciando muchos jóvenes- o que, habiendo entrado las diez mil que dice la empresa, estuvieran concentradas casi todas ellas en el nivel inferior, donde está la pista. Es decir, y como comentamos en este programa ya anoche, que el aforo máximo de diez mil personas está pensado para que esas personas estén distribuidas por las tres plantas, no para que se concentren todas en un mismo espacio. Y asegurar que esa distribución razonable de la multitud se produzca es responsabilidad de la organización de la fiesta.
El ayuntamiento de Madrid, que ayer se precipitó al afirmar que no hubo exceso de asistentes (o que debió haber puesto más empeño en subrayar que eso es lo que decía la empresa, pero que todo estaba por investigarse) ha convocado a la prensa hace una hora –la alcaldesa Botella, el numero dos, Villanueva, el concejal de Seguridad Ciudadana, De Guindos- para afirmar que no ha habido ni trato de favor a la empresa organizadora de la fiesta ni intención de tapar sus posibles negligencias. Y para anunciar que el ayuntamiento no volverá a alquilar recintos de su propiedad para este tipo de fiestas.
Un testimonio de un contratado de esa empresa que difundió esta mañana Antena 3 ha disparado las alarmas porque dice no tener duda de que entró mucha más gente que la que dice el número de entradas vendidas (sostiene que miles de pases fueron distribuidos al margen de la taquillaon line y que hay que añadir las invitaciones que se entregan a amigos, conocidos y a los djs que participan del espectáculo) y que ya a las dos de la mañana los empleados de la organización comentaron entre ellos que, con tal cantidad de gente, en cuanto pasara cualquier cosa se les iba a ir la fiesta de las manos. Y algo pasó. Tropiezos, caídas y amontonamientos en los pasillos. No sólo una vez, aunque fue en una de las veces cuando se produjo el aplastamiento mortal de las jóvenes.
Esta mañana han llegado a Madrid los padres de Belén, la chica de diecisiete años que permanece en estado crítico y que se encontraban en Brasil cuando se produjeron los hechos. Conocieron la noticia de lo que le pasado a su hija nada al legar allí y de inmediato reservaron vuelo de regreso. Imaginen lo eterno que se les habrá hecho ese viaje de vuelta, tantas horas sin contacto telefónico con sus hijos, los hermanos de Belén -que son muchos y que se están prestando el hombro los unos a los otros-, y queriendo llegar a ese hospital de una vez para poder estar al lado de su niña. Diecisiete años. Segundo de Bachillerato.