Uno está en Chile, el otro en Suiza. ¿¡Suiza!, dice? Que suenen todas las alarmas. Político español en Suiza. No estará en un banco. No, quieto parado, Montoro, que en Suiza aparte de bancos y de cuentas con dinero no declarado al fisco (de las honradas también hay, conste) hay más cosas. Hay chocolate, hay laboratorios, hay museos, hay pistas de esquí. La más grande está en esta ciudad un poco retirada y a mil quinientos metros sobre el nivel del mar que se llama Davos y al a que acuden cada año jefes de gobierno, economistas laureados, responsables de instituciones financieras, ejecutivos de bancos y periodistas, convocados por una fundación financiada por empresas privadas, para intercambiar impresiones sobre cómo va el mundo.
En la práctica consiste en que cada uno de los ponentes suelta su rollete y compiten por ver quién se pone más cenizo o más entusiasta, según la tendencia dominante del momento. Este año se lleva el optimismo. El lema oficioso del encuentro es “hablemos de la crisis en pasado, cambiemos ya el chip”. Claro, hay asistentes a los que les resulta más fácil que a otros hablar de la crisis como algo que ya pasó. Si eres el consejero delegado de Novartis, por ejemplo, te resulta más sencillo que si eres De Guindos, con la economía española todavía en recesión y una tasa de paro del 26 % que tiene perpleja y consternada a toda Europa.
El ministro de Economía hace lo que puede en su intervención de ahora mismo, pero en Davos aún se acuerdan de cuando se presentó allí Zapatero en 2010 decidido a sofocar la desconfianza creciente hacia España y habló de la fortaleza de nuestros bancos y del recorte de gasto público que él mismo iba a acometer y que permitiría cumplir los objetivos de déficit público para los años siguientes. Después de aquello, a los gobiernos españoles les da un poco de yuyu esto de Davos. Por el foro han pasado estos días Merkel, Monti y David Cameron.
En 2012 invitaron a Rajoy y éste dijo que mejor enviaba a De Guindos porque él estaba recién aterrizado en la Moncloa y con mucha tarea acumulada. En 2013 también estaba invitado pero ha enviado otra vez a De Guindos alegando que él tenía que asistir, en Chile, a la cumbre de la CELAC. ¿De la qué? De la CELAC, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. O sea, toda Iberoamérica. Dices: pero si España no es América. Ya, pero es que es la cumbre de la CELAC con la Unión Europea, y ahí sí estamos.
Aprovechando el viaje Rajoy se fue un par de días antes y organizó una visita a Perú coincidiendo con la semana de Davos. Oye, si estoy en Cuba, digo en Perú, no puedo estar en Suiza, entiéndelo. Y así se evita asistir al Foro en el que su antecesor, es verdad, no hizo un buen papel y al que él puso a caer de un burro precisamente por ello. No se arriesga a personarse allí y quedar aún peor. Porque datos contundentes que avalen el éxito de su política económica, a día de hoy la verdad es que no tiene. El PIB sigue menguando, la tasa de paro sigue subiendo y el recorte del déficit público sigue lejos de los objetivos que tantas veces dijo que cumpliría (pese a haber subido todos los impuestos).
El gobierno ya ha hecho suyas algunas ideas-fuerza que manejó el anterior: por ejemplo que aunque el paro sigue subiendo, cada vez lo hace más despacio (esto le gustaba mucho decirlo a Corbacho y ahora le está cogiendo el gusto Fátima Báñez), o, por ejemplo, que a Merkel se le ha ido la mano con el ajuste y debería aumentar el gasto público en Alemania. Dices: lástima que no haya ido Rajoy a Davos porque podría haberse hecho el encontradizo con la señora Merkel -vaya, Angela, cómo tú por aquí- y haberle dicho en persona todo eso que le dijo el otro día al Financial Times. Bueno, si el presidente aún tiene ganas de cantarle personalmente las cuarenta a la alemana tendrá oportunidad para hacerlo porque Merkel también está en Santiago de Chile -está allí toda Iberoamérica y media Europa-.
Claro que si Merkel quiere decirle algo a Rajoy también podrá. Todo será que se lo lleve otra vez a pasear en barca, como en Chicago. Ayer ya apuntó maneras la señora cuando se declaró poco menos que horrorizada por la tasa de paro juvenil en España: “Ponte las pilas, Mariano, que este dato es un escándalo”.
El gobierno esperó a la publicación de los demoledores datos de la EPA ayer para informar de su decisión de prorrogar el subsidio del paro, estos 400 euros que dan para poco y que reciben los parados que han cobrado ya toda la prestación a que tenían derecho sin haber conseguido colocarse de nuevo (y siempre que el resto de la familia no tenga ingresos superiores a los 480 euros por cabeza).
El Consejo de Ministros ha aprobado hoy esa prórroga, que será automática mientras la tasa de paro de nuestro país supere el 20 %, y ha presentado la nueva ley de unidad de mercado, que servirá para que las empresas no tengan que pedir una licencia para operar en cada comunidad autónoma, sino que teniendo una valga ya para todo el Estado. Es una vieja reclamación de los emprendedores que se aligere la burocracia que hay que cumplir en nuestro país para ponerse en marcha: lo que un emprendedor español puede hacer en el Reino Unido -crear una empresa a través de internet y en un solo día- en España es imposible: aquí la media es de tres semanas y tienes que disponer, como poco, de tres mil euros.
La pasión con que tanto el PP como el PSOE hablaban de los emprendedores hace un año y tres meses, cuando organizaban coloquios con las asociaciones, prometían incentivos fiscales y salpicaban sus discursos de términos como start up y bussiness angel, se ha enfriado del todo. Hace un año y tres meses estábamos en campaña electoral y ahora no hay elecciones hasta dentro de dos años y medio. La cosa cambia, ¿verdad? Vete tú ahora a hablarle a Montoro de incentivos fiscales y verás lo que te dice. Qué ruindad, señoría, qué ruindad.
Cómo será la cosa que los medios de comunicación chilenos hablan de la presencia de Rajoy en su país como una suerte de respiro para el presidente, como si estuviera aprovechando para tomarse un recreo. De él dicen que está “en el huracán de la crisis económica, con escándalos de corrupción en su partido y con índices históricos de cesantía”. “Cesantía”, dicen allí, o “desocupación”. Es decir, paro. Dada esta carta de presentación, no les sorprenderá que el presidente chileno, Piñera, haya recibido a Rajoy con la frase “bienvenido a un mundo mejor”y “le veo mejor de lo que esperaba”. A lo que Rajoy ha respondido: “hay que tener sentido del humor para mantenerse en este negocio”. Ni Amy Martin lo habría expresado mejor. Ni Amy ni Bárcenas.