· Mira qué frase me he encontrado leyendo a Daniel Ramírez escribir sobre su padre. ‘Enfermería es también descubrir el color de las zapatillas de cada paciente’. Daniel, que tiene talento y oficio (en ese orden) para la escritura debió de saber, nada más escucharla, que la frase era oro. Porque la frase no es suya. La frase es de una enfermera de nombre Sofía que trabaja en el complejo hospitalario de Navarra, planta sexta. La habitación del padre, cuenta el hijo en El Español, tenía vistas al monte de San Cristóbal. De casa se llevó el padre, prevenido, el cargador del móvil y el lector de libros electrónicos. Son las cosas que se lleva un hombre del siglo XXI cuando sabe que va al hospital para quedarse. Diez días con fiebre, tos cavernosa, falta de oxígeno. Un covid de libro, valga la expresión adecuada a este relato. El hijo cuenta que la enfermera Sofía ha sido, como el resto del personal de la sexta (planta) el hilo invisible entre la enfermedad y la familia, informando con honradez y prudencia de lo que iba pasando: un cambio de tratamiento, un avance, una celebración pequeña. Hasta llegar a poder dar la noticia, feliz noticia del alta hospitalaria. El hijo le escribió a la enfermera para agradecerle el cariño y en respuesta recibió este premio de frase: ‘Enfermería es descubrir el color de las zapatillas del paciente’. Comunicándose.
· Paz, que es anestesista. ‘Tras veintinueve años de profesión jamás me he sentido tan unida a mis pacientes y sus familias. Me los llevaba a casa. Despedimos con humanidad a los pacientes que fallecieron. Nos resarció de la tristeza que aquellos que mejoraban pudieran hacer su primera videollamada a casa’. Desescalada a tientas le parece un buen resumen de lo que está pasando con los datos oficiales: un día se cuenta de una manera y al día siguiente, de otra. Sesgo tras sesgo, la evidencia científica se va desvaneciendo.
· Dániel Koch es el experto que asesora al gobierno de Suiza. El Fernando Simón de allí, para entendernos. Recomienda que a los abuelos se les permita abrazar a sus nietos. Dice que ya sufren bastante como para privarles del calor de los niños. Y también, que los niños no suponen un riesgo porque no son vectores del coronavirus.
· Además de examinar despacio, cuando se nos pase a todos el susto, la gestión de los gobiernos habrá que examinar las recomendaciones de los expertos. No parece que los niños suizos puedan ser inocuos para los viejos y los niños españoles ser una bomba vírica (y viceversa). No parece que las mascarillas puedan ser cruciales para frenar una epidemia en China e ineficaces para evitar contagios en España (y viceversa). Cuando en enero la Organización Mundial de la Salud examinó por primera vez los casos de neumonía atípica que se estaban produciendo en China no se pusieron de acuerdo sus expertos sobre si había riesgo de pandemia o no había riesgo en absoluto. Estuvieron diez días dándole vueltas al asunto antes de declarar la alerta global.
· Igual es hora de preguntarse qué entienden los gobernantes cuando dicen la ciencia. Y qué entendemos nosotros. La ciencia como voz uniforme e infalible es un mito. O mejor, un cuento. La ciencia es lo que van sabiendo los científicos. La ciencia es el conocimiento que en cada momento se ha alcanzado y la interpretación que de ese conocimiento hace cada uno de los científicos. Ante los virus nuevos, lo que hay son estimaciones, teorías, tratamientos de prueba. Los expertos de la OMS discreparon. Los que asesoran a los gobiernos, también. El del Véneto, Crisanti, discrepó tanto de la OMS que empezó a recomendar los tests y las mascarillas por su cuenta y hoy le está el gobierno regional agradecido. Hace una semana le entrevistó Angel Villarino y dijo: ‘Italia no está preparada para el desconfinamiento, así que no quiero ni pensar en España, que va por detrás’.
· La desescalada a tientas. Hay peluqueros haciéndose estos días la prueba del coronavirus antes de abrir el lunes sus locales con cita previa. Cortarán el pelo con mascarilla y gafas protectoras, o incluso pantalla protectora. Con guantes, por supuesto. Nos vamos a sentir como si en lugar de arreglarnos el pelo nos estuvieran soldando. Y no se extrañe si a la entrada le enchufan el termómetro pistola para ver si es usted apto. O que al llamar para pedir cita se la den para agosto. Del año que viene.
· Los comercios y los restaurantes hacen cuentas para ver cómo sobreviven con menos clientes, menos ingresos y más costes por las medidas sanitarias: la distancia, las mamparas, los desinfectantes. Ésta otra frase es de Mari Carmen, la mujer de Ángel: ‘no paro de darle vueltas a la vuelta’. La vuelta es la reapertura de un restaurante en Cabo de Palos. Mari Carmen lleva detrás de la barra desde los dieciséis años (ahora tiene un hijo estudiando en el Reino Unido) y el verano, y los ingresos del verano, son los que dan tranquilidad para el resto del año. O daban. Las vueltas que le da ella a la vuelta son las mismas que tantos pequeños empresarios o autónomos: los gastos añadidos, la caída de la clientela y los empleados que no sabe si podrá mantener. Los empleados cuyos ingresos dependen en parte de las propinas.
· Hubo sesión en el Congreso. Escuchamos aquí el comienzo. Lo de Sánchez y Casado acusándose, como siempre, de lo de siempre. No pude seguirlo luego. Pero de lo que vi, te admito que los plenos parlamentarios me interesan cada vez menos. La actuación, o sobreactuación, tan previsible de los Iglesias, los García Egea, los Espinosa, los Sánchez, los Casado. Nada nuevo, nada aprovechable, nada que sirva para nada. Salvo para excitar la sobreactuación tuitera de los forofos de una y otra cuerda. Fiscalizar no es soltar brochazos. Gobernar no te da bula para cambiar las respuestas por soflamas. Sigan, sigan ustedes tuiteando.
· Veo que sólo dos grupos parlamentarios subrayan la voluntad del gobierno por compartir y consensuar sus decisiones. Esos dos grupos son el PSOE y Podemos. La oposición no es uniforme: va de Vox a Errejón pasando por Ciudadanos. Pero sí coincide en un diagnóstico: el gobierno presume de lo que no hace, que es pactar las medidas que toma.
· Escuché decir al ministro Illa, como si fuera la prueba de lo receptivo que es, que está abierto a modificar la unidad territorial para pasar de fase. Cambiar la provincia por la comarca. O el área sanitaria.
Sigo sin entender por qué el Gobierno anuncia sus planes cuando aún no son definitivos. Si está abierto a cambiar lo que aprobó el martes es que no está seguro de lo que ahí puso. Y también, que escucha como quien oye llover a los presidentes autonómicos cuando le trasladan sus análisis. No es cuestión de color político. El área sanitaria en lugar de la provincia lo defienden Feijoó, Ximo Puig y Joaquim Torra.
· Sigo sin entender por qué comparecen los ministros si no están en condiciones de responder a nada.
Por qué no esperan a tener las cosas hechas, las circulares redactadas, las respuestas listas antes de hacer perder el tiempo a la prensa y de seguir sembrando confusión en la opinión pública.
· No entiendo que quien preside el gobierno de una comunidad autónoma juegue a reconocer sus errores y, a la vez, achacar sus errores al gobierno de España.
Qué extraña autocrítica es ésta de Díaz Ayuso: echarle la culpa a otro. Sugerir que el gobierno engañó a las comunidades autónomas sobre la gravedad de la epidemia. Identificar a la izquierda con la mentira. Brochazo. Y luego es Casado quien acusa a Sánchez de anteponer la ideología a los hechos.
· José Antonio González es, como cualquier persona, varias cosas a la vez. En su casi, jugador profesional de hockey hierba y militar de la UME. Ahora que no hay partidos, entrena lo que puede y sigue aprendiendo a desempeñar las tareas que le toquen a su unidad. De los días más duros de la epidemia recuerda la desesperación, la incertidumbre y lo mucho que puede cambiar todo de un día para otro. Sus dos mayores deseos hoy son que la epidemia se controle y que vuelva la competición de hockey hierba para llevar al San Fernando a la división de honor.
· Leí la entrevista a José Antonio, Nene González, en El Mundo este martes. Confieso que es la primera vez que leo algo relacionado con el hockey hierba. Lucas también la leyó y es posible que le haya cambiado la vida. Tiene 19 años y una hermana de 15 y una madre de nombre Laura que es oyente de esta cadena desde los tiempos de Protagonistas. Me ha escrito para contarme que sus dos hijos practican este deporte en ligas superiores. Para Lucas, es su vida. Empezó una carrera en octubre pero lo ha dejado porque estudiar no es lo suyo. Aspira a encontrar un trabajo en el que pueda ayudar a la gente. Y al leer lo que cuenta Nene González se ha puesto a mirar cómo entrar en el Ejército. La hermana, Anouk, tiene quince años. Cuarto de la ESO en este curso que saltó por los aires. Tiene razón Laura en que nos fijamos menos en los adolescentes de esta edad que en los niños pequeños, pero para alguien de quince años es su mundo entero lo que se ha hundido: sin instituto, sin compañeros en clase, sin viaje de fin de curso, ni graduación, ni campamento. En casa le van a hacer una fiesta de graduación y se vestirán todos como si hubieran ido a la graduación de verdad, elegantones y espero que con discurso de enhorabuena a los nuevos graduados.
· Ha sido padre Boris Johnson, el primer ministro británico. Único jefe de gobierno que forma parte de la lista de curados del coronavirus. Puede hablar como gestor y como enfermo. Cuando empezó todo fue el gobernante más cuestionado de Europa, porque se dijo que iba a someter a su país a un experimento de inmunización de rebaño contagiando a propósito a cientos de miles de jóvenes. Luego acabó haciendo lo que los demás, confinar a la gente en casa. El Reino Unido es, desde ayer, el tercer país del mundo en número de fallecidos, 26.000. Ha empezado a contar lo que otros países aún no contamos: muertes de ancianos en residencias y en casas particulares. Como hace Bélgica, que lidera la otra clasificación más amarga: fallecimientos por millón de habitantes.
· Han sido padres Nerea y Juan, en el Materno Infantil de San Sebastián. Ya ha venido al mundo Agnes. El último mes y medio de embarazado fue de embarazo confinado. Y los primeros meses de vida serán de vida en estado de alarma. No sé cuántos niños han nacido desde que se decretó el todo el mundo en casa, pero tengo la impresión de haber hablado aquí de todos y cada uno de ellos.
. Hemos escuchado aquí a camioneros que llevan los alimentos desde una punta de España al supermercado que hay en la otra; hemos escuchado a cajeras, a reponedores, a vigilantes de seguridad, a guardias civiles, a cerrajeros. Creo que no habíamos escuchado aún a conductores de autobús municipal. Éste es Marco, línea 35, Madrid.
Mascarillas, sí. Ya hemos aprendido la lección de que las mascarillas, protejan más o protejan menos, lo que no hacen es daño.
· Hoy le enviamos un mensaje de aliento a una oyente que tiene a su madre ingresada en una residencia. Y a la que han cambiado de planta por culpa de la tos y de la fiebre.
Ojalá sirviera el Facciamo para sanar a todos los mayores que están con síntomas en las residencias u hospitalizados en las plantas y en las UCIs. Pero sólo sirve para hacer ver que las cosas van siempre mejor de lo que están yendo en realidad.
· Y también, claro, para descubrir talentos musicales ocultos en pequeñas criaturas de voces angelicales.
· Cómo se nota que los niños salen ya de recreo todos los días porque se ha reducido muchísimo la presión que venían haciéndole a Pero Chánches.
No, hay muchas cosas que aún no están claras. No paran de llegar consultas de señores que necesitan saber a qué atenerse.
Abuela Esperanza, no sé si le ha quedado a usted claro. Que o dinosaurio en mano o dinosaurio por correo. (Aunque a lo mejor a quien le está diciendo Leo que le mande un dinosaurio es a Pero Chánches. Hagamos ver que el cielo sigue siendo azzurro y que los dinosaurios están bien.
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