OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Placajes, sobreactuaciones y mala comedia política"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la polémica por el protocolo durante el acto del Dos de Mayo donde se impidió a Félix Bolaños subir a la tribuna de autoridades y sobre el encuentro entre Feijóo y medio centenar de fiscales que el Gobierno califica de escándalo.

Carlos Alsina

Madrid | 03.05.2023 13:11 (Publicado 03.05.2023 08:53)

Hoy la cosa va de protocolo. Del saber estar. De las reglas que rigen en los actos oficiales. No se sorprenda el rey Felipe esta noche cuando en la cena de gala del Palacio Real, en homenaje al presidente colombiano Gustavo Petro, éste se persone sin el frac protocolario. Petro no se ha puesto nunca un frac y no piensa ponérselo. Le explicó por qué ayer a Julio Sánchez Cristo para la emisora colombiana W Radio.

El frac es de élites antidemocráticas

El frac es de élites antidemocráticas. Tócate las narices. Esta noche se sentará a una mesa llena de hombres embutidos en su frac antidemocrático. Como Felipe VI, que es el rey más constitucional que ha tenido España. O como Pedro Sánchez, que siente la mayor de las simpatías por su colega izquierdista colombiano, incluso comparte con él el afán por ser visto como látigo, azote del neoliberalismo, pero al que nunca se le ha pasado por la cabeza presentarse en una cena de éstas con vaqueros y chaqueta de pana.

Tiene suerte Gustavo Petro de que la jefa de protocolo en el Palacio Real no es Alejandra Blázquez, que si no esta noche cena en las caballerizas por no vestirse como dios manda

El protocolo es el protocolo. Tiene suerte Gustavo Petro de que la jefa de protocolo en el Palacio Real no es Alejandra Blázquez, que si no esta noche cena en las caballerizas por no vestirse como dios manda.

El placaje y el amago de tangana

Esta Alejandra, no confunfir con la falsa hija de don Juan Carlos que ni era hija ni era nada, es la jefa de protocolo del gobierno autonómico madrileño. Y atesora un poder del que ni ella misma, probablemente, era consciente. Tiene el poder de estirar el brazo para cortarle el paso a un ministro de Presidencia e impedirle subir a la tribuna de autoridades de un acto institucional.

Ella fue la del placaje, que dijo anoche Vicente Vallés. ¡El placaje! Suelta el balón, Bolaños, suelta el balón. El placaje y el amago de tangana, con el equipo del ministro invocando no sé qué decreto y el equipo Ayuso alegando que no se puede cambiar el número de autoridades sobre la marcha.

Debe de ser que la tribuna era como los ascensores, tenía tope de gente que podía subir sin venirse abajo, y eso que el ministro es menudito y hace deporte. Ayer ya les dije que esta historia de si Bolaños podía ir o no ir porque no era él el invitado era la polémica más tonta en la historia de las tonto polémicas de España. Dígalo usted, Villacís.

Alguien en la Comunidad de Madrid perdió ayer el norte y no fue la jefa de protocolo sino quien le encargó o consintió en que actuara de esta forma con un ministro

Eso es. Pero claro, después de este episodio inaudito de ver a una jefa de protocolo placando a un ministro (qué buenas maneras, presidenta) ya no es una bobada, es un bochorno.

Alguien en la Comunidad de Madrid perdió ayer el norte y no fue la jefa de protocolo sino quien le encargó o consintió en que actuara de esta forma con un ministro. Que estará invitado o no, pero sigue siendo un ministro del Gobierno de España. Dices: ya estaba la ministra Robles en representación del Gobierno. Pues sí, y el señor Núñez Feijóo en representación del Senado, supongo. ¿O representaba al PP?

Tener cargo en un partido, por muy presidente que seas, no te coloca por delante de un ministro en el protocolo. ¡Es que Bolaños iba como pareja de Margarita Robles! Lo que tú quieras. Si en su silla pusieron ministro de Presidencia es que sabían quién era. Y si estaba allí, estaba.

Margarita Robles permaneció en la tribuna sin inmutarse

En fin, tampoco es que la tangana dé para más. Enric Juliana, el comentarista de La Vanguardia, escribió ayer que esto es la encarnación de la consigna del gobierno ilegítimo y que ni en los momentos más críticos en Cataluña se produjo una situación de tales características -la encerrona al rey y el Gobierno en la manifestación por los atentados de agosto del 17 se ve que no cuenta-. Pero el intento de convertir esto de ayer en una afrenta de gravedad máxima lo desbarata Margarita Robles, que permaneció en la tribuna mientras su colega Bolaños era interceptado sin inmutarse. Y sin interceder por él, y eso que era su pareja de hecho. Muy grave no debió de parecerle.

La conjura de Feijóo y sus fiscales

Pues todas, Pedro, todas. Eso significa derogar el sanchismo. En fin, de los autores de complot contra la democracia parlamentaria llega ahora la conjura de Feijóo y sus fiscales.

El grado superlativo de escándalo que manifiesta el Gobierno -Sánchez y Bolaños- tras leer ayer en El País que Feijóo no sólo se juntó a cenar con cincuenta fiscales de una asociación conservadora, cincuenta, en un hotel de Madrid… a puerta cerrada es verdad, los clientes del hotel, por ejemplo, no podían sentarse a cenar aunque vieran gente; cincuenta fiscales conjurados clandestinamente y animando algunos de ellos a Feijóo a que gane las elecciones.

Ríete tú del tito Bernie en el Ramsés, para escándalo el de Feijóo y los fiscales en el Claridge

Porque resulta que hay fiscales que son afines al PP, pero qué me estás contando. Como lo oyes. Y Feijóo comprometiéndose, como si fuera un político en campaña, comprometiéndose a aplicar su programa electoral y deshacer el de Sánchez. Créetelo. No sólo eso, prometiendo derogar la reforma que ha atado de manos a los vocales del CGPJ y prometiendo que no nombrará jamás fiscal general a Dolores Delgado. El escándalo no puede ser mayor. Ya la crónica de El País, como contamos ayer, desprendía este aroma de denuncia: ríete tú del tito Bernie en el Ramsés, para escándalo el de Feijóo y los fiscales en el Claridge.

Una oportunidad de meter ruido coincidiendo con la huelga

En su afán -burdo, tosco, grosero- por convertir la cena en el Watergate a la Asociación de Fiscales la llama la Moncloa ‘parte del poder judicial’. Y a prometer derogar leyes, compromisos secretos. No es verdad que el Gobierno vea gravísima esta reunión. Dice que la ve gravísima, pero sólo la ve como una oportunidad de meter ruido y hacerle un roto a la asociación mayoritaria de fiscales, recién convocada una huelga y en abierta competición con la otra asociación, la que es de la cuerda del Gobierno, Unión Progresista de Fiscales. Que se ha dejado meter en el lío haciendo unas declaraciones que condenan la cena como si sus asistentes fueran reos del delito de organización criminal, poco menos.

Queda poco creíble que critiques la utilización política del ministerio fiscal cuando has pasado a la historia por nombrar fiscal general a tu ministra de Justicia

En realidad de esta cena ya informó El Mundo el lunes de la semana pasada, 24 de abril, sin que entonces le mereciera al Gobierno escandalera alguna. Y como ha contado ahora la Asociación que invitó a Feijóo, vienen haciendo reuniones de éstas desde hace tiempo. Una vez fue Miquel Iceta, que ya está tardando en confesar a qué acuerdos secretos, clandestinos, gravísimos llegó con estos fiscales tan dados a comer y a cenar.

La política convertida en mala comedia

Ya avisamos ayer de que queda poco creíble que critiques la utilización política del ministerio fiscal cuando has pasado a la historia por nombrar fiscal general a tu ministra de Justicia recién terminados los mítines en los que ha puesto a caer de un burro al partido de enfrente. ¿Total? Otra tormentita que no dejará huella. Como aquella de la votación suspendida en el Senado, ¿se acuerda?

Aún estamos esperando a que el Gobierno actúe judicialmente contra aquellos conspiradores que asaltaron la democracia y amordazaron al Parlamento en el complot liderado por el presidente del Tribunal Constitucional y que iba a tener gravísimas consecuencias institucionales. Gravísimo todo… y ya nadie se acuerda. La política convertida en mala comedia. No hay peor actor que aquel que no se toma su papel en serio.