OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Autopsia del CGPJ"

Carlos Alsina analiza en su monólogo el "estropicio" en la renovación del Consejo General del Poder Judicial y comenta inédito discurso de Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo, solicitando el inmediato nombramiento de los dos magistrados.

Carlos Alsina

Madrid | 08.09.2022 08:43

Lesmes. Lesmes. Lesmes. Si usted aún no sabía el nombre del presidente del Tribunal Supremo de España, supongo que ya se lo ha aprendido. En todas las primeras páginas: Lesmes. Lo que dijo Lesmes.

Hoy celebran a Lesmes quienes antes le denigraron por ser un peón del PP. Ahora les cuento cómo está lo del Poder Judicial, el estropicio, en puertas de que se reúna hoy su órgano de Gobierno. La batalla política, que lo es, batalla de política judicial -que no es lo mismo que Justicia- que se sigue librando entre togas y ropones, que diría Raúl del Pozo.

Hoy celebran a Lesmes quienes antes le denigraron por ser un peón del PP

Antes, y con permiso de los jueces, de los jueces, de Lesmes y de Conde Pumpido -calienta, Cándido, que sales- le informo de que el acontecimiento del día no va a ser lo del Poder Judicial. La noticia de la jornada se va a producirse en Frankfurt, que es donde tiene su sede el Banco Central Europeo. Y además es la noticia que incidirá inmediatamente en la vida cotidiana de la gente, viva la gente.

Encarece el Banco Central Europeo el precio del dinero

Quiero decir que si dimite Carlos Lesmes a usted y a mí tampoco nos va a cambiar la vida. Pero si el Banco Central Europeo le mete un subidón del 0,75 a los tipos de interés, a quien esté necesitado de un crédito, o a quien esté pagando ya uno de interés variable -por ejemplo, la hipoteca- la cuesta de septiembre se le pone aún más cuesta arriba. Y eso es lo que va a suceder.

La señora Lagarde, ex ministra de Sarkozy y gobernanta del Banco Central Europeo, anunciará hoy la nueva subida de tipos. Sólo queda por revelar de cuánto es esa subida. Si es mucho o es más todavía. Encarecer el dinero, endurecer el acceso al crédito, es el instrumento tradicional de los bancos centrales para atacar la inflación.

Las tres patas de la política europea ante la crisis: subida de tipos, intervención del mercado de la energía y recursos públicos

Si hay menos dinero para pagar las cosas, tendrán que bajar de precio para que sigamos comprándolas. La teoría es fácil. La realidad acaba siendo siempre más compleja. Se le llama política monetaria porque, en efecto, son decisiones políticas tomadas por políticos. Lagarde lo es. Y Luis de Guindos, también. Y se le llama enfriar la economía porque a dinero más caro, menos actividad. El reto es conseguir darle la vuelta a la inflación sin provocar tal parón que lo que llegue sea una recesión.

Tenemos, por tanto, a los políticos de los bancos centrales endureciendo el acceso al dinero; a los gobiernos europeos interviniendo, más de lo que ya estaba, el mercado de la energía por la vía -muy española- de ponerle tope al gas; y a esos mismos gobiernos aprobando descuentos, cheques, subvenciones y rebajas del IVA para que las familias y las empresas puedan afrontar el encarecimiento general. Estas son las tres patas de la política europea ante la crisis: subida de tipos, intervención del mercado de la energía y recursos públicos para apuntalar economías familiares.

¿Precios estabilizados?

¿Durante cuánto tiempo? Eso es lo que nadie sabe. A la vicepresidenta Ribera el preguntamos el martes si el precio de la energía había tocado techo y rehuyó pillarse los dedos. Su colega la vicepresidenta Calviño afirma, o quiere creer (no sé) que la inflación sí lo ha tocado.

Precios estabilizados. Aún no bajan pero ya no van a subir más. No parece que lo tenga tan claro la vicepresidenta que falta, Yolanda Díaz. Es ahora, con los precios, según Calviño, ya estabilizados cuando se ha propuesto arrancarle a los hipermercados el compromiso de ponerle un tope al precio de los alimentos básicos. No imponer un tope, sino persuadirles para que se lo autoimpongan.

Yolanda Díaz hace bandera de la cesta de la compra

La ministra ha demostrado en este asunto olfato político. Hacer bandera de la cesta de la compra es inteligente, por más que levante ampollas entre sus colegas los ministros socialistas que recelan de lo que entienden ellos que es oportunismo de suaves maneras. Será interesante saber qué instrumentos tiene Díaz para estimular a los hipermercados a topar sus precios.

¿Lo fía todo a su capacidad de persuasión o hay segunda parte: si no aceptáis, peleamos para que os caiga un impuesto extraordinario? En el discurso de la vicepresidenta sólo aparece lo primero, la convicción de que estas empresas asumirán de buen grado que han de renunciar a aumentar sus beneficios. Ellas, de momento, lo que están sugiriendo es que sea el Gobierno quien renuncie a recaudar y baje el IVA.

Hacer bandera de la cesta de la compra es inteligente, por más que levante ampollas entre sus colegas los ministros socialistas

Pero podría acabar pasando que si una cadena da el paso de autoimponerse un tope, o aparentarlo, las demás sigan su senda para no perder clientes. Es decir, lo que viene siendo competir por la vía de los precios. La competencia. Con razón la vicepresidenta Díaz se ha encomendado en esto a Sarkozy. Que muy revolucionario y muy de izquierdas nunca pareció que fuera.

Lesmes amenaza con agarrar la puerta

Bueno, lo de Lesmes. Que avisa Lesmes de que agarra la puerta si en los próximos días Sánchez y Feijóo no resuelven de una vez la renovación pendiente del Consejo General del Poder Judicial. El bocinazo que ayer retumbó en las Salesas.

Ya es terrible que el presidente del Poder Judicial asuma tan a las claras que los sillones del Consejo se los repartan como cromos Sánchez y Feijóo (ya ni en los discursos oficiales se guardan las apariencias, esto de elegir vocales es cosa que compete al Congreso).

Pero está claro que ayer al presidente del Supremo le salió un discurso desahogo en el que primaba que se le entendiera. Que entendieran el Gobierno, el PP y los vocales del Consejo que en vista de que a todos ellos vienen haciendo oídos sordos a sus intentos de reconducir las cosas y tapar agujeros se plantea mandarlo todo a paseo.

Si dimite Lesmes se produciría una vacante imposible de cubrir gracias (o por culpa de) la reforma legal del Gobierno

¿Qué ocurre si dimite el presidente del Tribunal Supremo? Dirá usted, pues nada, que habrá que elegir a otro. Ya, pero es que el Consejo del Poder Judicial está impedido para hacer nombramientos. Ésta es la cosa. Que se produciría una vacante imposible de cubrir gracias (o por culpa de) la reforma legal que impulsó el Gobierno el año pasado. Y que es la reforma que ha generado esto que ayer Lesmes llamó el estropicio.

Para que no se pierda usted en el relato: cuando Sánchez llegó al Gobierno apalabró con Pablo Casado el intercambio tradicional de cromos entre los dos partidos. La renovación estuvo a punto de hacerse, pero descarriló. En vista de que no consiguió reflotar aquella negociación, el Gobierno dijo: impidamos que este Consejo, de mayoría conservadora, nombre jueces conservadores para presidencias de audiencias provinciales o salas del Tribunal Supremo. ¿Qué consiguió? Que en efecto no se nombraran ni jueces conservadores ni de ninguna clase.

El estropicio del CGPJ

Año y pico después, el estropicio no lo niega nadie. Ahora la cuestión es cómo se le pone remedio. Y Lesmes, aun repudiando esa reforma legal por la manera en que se hizo y para lo que se hizo, no ve otro camino que proceder, de una vez, a nombrar un Consejo del Poder Judicial nuevo. Sin más demora y sin más coartadas. Mensaje nítido dirigido al partido que lo propuso a él, el PP.

No puede garantizar Lesmes que los vocales vayan a nombrar, ni hoy ni nunca, a los dos magistrados del Constitucional

Está diciendo algo más el presidente del Consejo. No puede garantizar que los vocales vayan a nombrar, ni hoy ni nunca, a los dos magistrados del Constitucional que les competen. No puede garantizar que el propio órgano que él preside incumpla la nueva obligación legal que les ha impuesto el Congreso de elegir a esos dos magistrados en el plazo máximo de tres meses, es decir, antes del próximo día 13. Está revelando Lesmes su impotencia para garantizar, hoy, que el Consejo del Poder Judicial cumplirá la ley. Lo cual, en efecto, da idea de hasta dónde ha llegado el estropicio.

El discurso que nunca antes se había producido

El discurso fue oportuno. Fue beligerante. Fue crítico. Con las maniobras del Gobierno invasivo y con el atrincheramiento de un PP que ha pretendido convertir el C-G-P-J en el fuerte de El Álamo. Su fuerte de Él Alamo, no entrego la plaza porque la plaza es mía.

Lesmes, Lesmes, Lesmes. Si usted no se sabía el nombre del presidente del Supremo hoy ya se lo habrá aprendido. El discurso que nunca antes se había producido. No fue un diagnóstico. Fue una autopsia.