Ha hecho falta que dimita el presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo (TS), Carlos Lesmes, para que el presidente del Gobierno y el líder de la oposición decidan reunirse en Moncloa y buscar un acuerdo.
Aunque en este país somos más de reunirnos que de dimitir, Sánchez y Feijóo llevaban sin hablarse ciento y pico días, 167. Cuenta 'El País' que el último mensaje que habían intercambiado fue el 25 de abril. Casi seis meses han pasado desde entonces. Seis meses de Europa en guerra, seis meses de inflación desbocada, seis meses de crisis energética y de lo que parece el final de la pandemia. Seis meses sin dirigirse la palabra y encima presumiendo de ello.
Sánchez, claro, culpa a Feijóo. Le acusa de ser un moderado de palo, más, incluso, que Casado, dice. Aunque Casado ya no funciona bien como unidad de medida porque le pasa como a las arrobas, las leguas y las fanegas, que con el paso del tiempo ya no sirven porque nos hemos olvidado de cómo eran. Y Feijóo, claro, culpa a Sánchez de pasar de él.
Entre tanto, ni Gobierno ni oposición han sido capaces de alcanzar ningún pacto de Estado para afrontar las grandes crisis que nos afectan. Y la del Poder Judicial no es una más, es una crisis constitucional que erosiona las instituciones y la que más vergüenza debería darles porque arreglarla sí que depende exclusivamente de que ellos lleguen a un acuerdo.
¿En qué momento empezamos a normalizar que los dos principales líderes políticos del país no se dirijan la palabra? No solo es una anomalía, es una dejación de funciones evidente. Seis meses sin hablarse, fingiendo que lo tienen todo dicho, que la culpa de todo la tiene el otro y que no hay nada más que cada uno pueda hacer. No sabemos si les dará algún rédito electoral, lo que resulta seguro, es contraproducente para resolver problemas.
La dimisión de Lesmes les obliga ahora a reaccionar. No tiene pinta, pero esperemos que hoy, además de reunirse, sean capaces de avanzar para salir del bloqueo.
¿Moraleja?
Que Sánchez y Feijóo hayan estado sin hablarse medio año, al país le estaba haciendo daño.