LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller, sobre los insultos machistas en colegios mayores: "Justificar un comportamiento machista no lo neutraliza, lo normaliza"

Marta García Aller reflexiona sobre los cánticos machistas de los alumnos del colegio mayor Elías Ahuja llamando "putas ninfómanas" a las chicas y sobre quienes justifican estas actitudes como "tradición".

Marta García Aller

Madrid | 07.10.2022 07:48

Hay veces que es difícil diferenciar un simple cretino de un machista, pero conviene recordar que ambas características no son incompatibles. Es más, a menudo se presentan juntas.

No hay más que ver el vídeo en el que unos cuantos machitos con acné berrean por la ventana de su colegio mayor a las chicas de en frente que son todas ‘unas putas ninfómanas’ y otras lindezas. Ellas les responden desde su ventana un pareado bastante más naif que rima ‘no mola’ con ‘cola’.

No falta quien está defendiendo este tipo de rituales verracos como un rito de iniciación. Iniciación es, desde luego, pero lo que esto inicia entre universitarios es la normalización de una liturgia intimidatoria en la que insultar a las mujeres se considera divertido, cosas de críos.

No es más que una tradición, dicen los que lo justifican. Claro, es que el machismo es una tradición milenaria, una pesada herencia tan pegajosa que por más que frotemos siempre termina reapareciendo donde menos se la espera una.

No es machismo, andan diciendo otros, porque a ellas no les ofende, olvidando que el machismo no es patrimonio de los hombres. Las mujeres podemos ser tan machistas o más que muchos hombres.

Hay tanto machismo en el video de los que se divierten llamando putas ninfómanas a las chicas, como en las chicas (y los padres de los chicos y las chicas) que salen a justificar que es una vieja tradición, que no lo entendemos pero que jugar a humillarse a gritos es muy chachi. Justificar un comportamiento machista no lo neutraliza, lo normaliza.

Tampoco sabemos a cuántos de esos alumnos les parecía una buena idea salir a gritar barbaridades y cuántos han aprendido a hacerlo solo por no desentonar con el grupo. Es lo que tienen las tradiciones. La escena del Elías Ahuja puede que sea un juego entre universitarios, un intercambio de cánticos cafres en el que las chicas del colegio de en frente también participan. Esto no le quita machismo a la coreografía, le añade patetismo. Hay quien reclama contexto. Insisto, se llama machismo.

¿Moraleja?

Si insultar a las mujeres tienes como rito, como poco eres un gañán, no un machito.