LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Tras la muerte de Berlusconi, populista, político y magnate, su legado aún late"

Marta García Aller hace un repaso por los paralelismos entre Donald Trump y Silvio Berlusconi, que murió ayer a los 86 años, ambos populistas, magnates, corruptos y mujeriegos.

Marta García Aller

Madrid | 13.06.2023 07:33

Ha muerto Silvio Berlusconi, pero no una era. Porque no sé si Berlusconi era Trump antes de Trump o es Trump el que va a seguir siendo Berlusconi después de Berlusconi.

Los paralelismos entre ambos son sorprendentes: ambos comenzaron como magnates inmobiliarios y se convirtieron en estrellas de los medios que se dedicaron a la política canjeando escándalos por audiencia y audiencia por votos. Tanto Berlusconi como Trump, de manera sorprendente, convencieron a millones de votantes de ser la verdadera voz del pueblo, siendo una extraña mezcla de multimillonarios y antisistema.

Comparten también haber sido hombres de negocios corruptos, que han explotado su fama de mujeriegos hasta la caricatura. Y son el mejor ejemplo que ha dado el siglo XXI de que en esta era en la que supuestamente no se puede decir nada, se puede llegar a lo más alto faltando sistemáticamente al respeto a las mujeres. Sin distinción, eso sí hay que reconocérselo a Berlusconi: nunca discriminó a la hora de vejar a una mujer si era camarera o canciller.

Berlusconi, como Trump, Trump como Berlusconi, han coqueteado con Putin; han tenido problemas con el fisco y con anticorrupción, denuncias por abusos sexuales, y convirtieron el mal gusto y el victimismo en categoría política. Mucho antes que Trump, Berlusconi ya pintaba a todos sus críticos de rojos comunistas, con un manual basado en la deslegitimación de las instituciones. Y a ambos les han surgido muchos imitadores.

Dice el New York Times que Berlusconi, más que huella, en la política ha dejado un hematoma. Porque tantos años socavando las instituciones, incluida el parlamento, la prensa y el poder judicial no se acaban con su muerte. Y no solo por el hematoma, la saga continúa. Algunos analistas advierten de que la estabilidad del Gobierno italiano, si es que tal cosa existe, puede ahora depender en buena parte de las decisiones de la hija de Berlusconi, Marina Berlusconi.

Ha muerto Silvio, pero el maestro del populismo ha creado escuela. Le sucede una nueva generación de políticos más radicales y populistas que mantienen vivo su legado. Sus admiradores pueden estar tranquilos. Ha muerto Berlusconi, pero no una era. Deja en herencia una profunda deslegitimación de la política y de las instituciones.

¿Moraleja?

Tras la muerte de Berlusconi, populista, político y magnate, su legado aún late.