LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Por mucho que llamemos 'true crime' a los sucesos, no deja de ser convertir el dolor ajeno en ingresos"

Marta García Aller reflexiona en 'Más de uno' sobre lo que ahora se llama 'true crime': las historias de crímenes reales que baten récords de audiencia, están entre las series más vistas, los podcast más escuchados y los libros más vendidos.

Marta García Aller

Madrid | 02.05.2024 07:39

Hoy termina el juicio contra Daniel Sancho en Tailandia por el supuesto asesinato del cirujano colombiano Edwin Arrieta. A los pocos días del descuartizamiento, HBO y la productora de La isla de las tentaciones decidieron hacer un documental que se ha estrenado antes de que acabe el juicio. Es uno de esos casos omnipresentes en los medios.

Esto que ahora se llama 'true crime', las historias de crímenes reales, baten récords de audiencia, están entre las series más vistas, los podcast más escuchados y los libros más vendidos.

¿Por qué esta fascinación por la miseria de los demás? Hay expertos que le atribuyen a las historias de sucesos una función de pegamento social. Nos encanta indignarnos juntos. El asesinato del momento es un tema de conversación común en cualquier sobremesa, como quien comenta el último partido. Otros apuntan a una especie de instinto de supervivencia inconsciente: necesitamos estudiar situaciones terribles para saber cómo, dónde y por qué ocurre la violencia para sentir que podríamos evitarla.

Nos gusta imaginarnos resolviendo el crimen, o imaginando qué haríamos ante esa misma situación, en el fondo agradecidos por saber que esas cosas horribles les pasan a otras personas y que tal vez ayude a salvarnos de una situación así lo aprendido con el caso, porque por mucho que ahora lo llamen 'true crime' esto sigue siendo 'El caso'.

Sin embargo, hay un lado oscuro, muy oscuro, en este furor por empaquetar el dolor como entretenimiento de máxima audiencia. Sobre todo, por la tendencia a centrar la atención e incluso la empatía en los asesinos en vez de en las víctimas, a las que a menudo se margina al convertir cada caso en un espectáculo. El caso de Daniel Sancho es paradigmático en esto.

El true crime suele retratar a los delincuentes, cuya maldad, pericia o falta de ella, es la que fascina, mientras se margina a las víctimas y a sus familias. El asesino es el protagonista. Protagonista no solo de la historia, también de un lucrativo negocio.

¿Moraleja?

Por mucho que llamemos 'true crime' a los sucesos, no deja de ser convertir el dolor ajeno en ingresos.