Por fin. Por fin el PP y el PSOE han alcanzado un acuerdo que pone fin al bloqueo en la renovación del CGPJ. Seguro que en el bus hoy no se habla de otra cosa. El acuerdo es una buena noticia porque pone fin a la anomalía institucional. Porque se garantiza una composición más equilibrada del Consejo, con menor control político, con mejoras en las incompatibilidades de las puertas giratorias entre la política y la judicatura; y porque incluye un compromiso de aumentar la plantilla, con 1000 plazas más de jueces y fiscales.
Pero sobre todo, sobre todo, sobre todo, el acuerdo para la renovación del Consejo General del Poder Judicial es una buena noticia porque una vez renovado el CGPJ por fin vamos a dejar de hablar de la renovación del CGPJ.
En estos cinco años en los que el CGPJ ha estado en barbecho, España no ha parado de cambiar. Hace cinco años Rivera todavía creía que podía llegar a La Moncloa y ahora Ciudadanos ha desaparecido; Podemos estaba a punto de llegar al Gobierno y ha acabado por ahí perdido en el Grupo Mixto. Entonces Sumar no existía y, bueno, ahora seguramente tampoco. Y anda que no ha cambiado veces de siglas Junts en cinco años.
Mientras en política todo cambiaba, ahí seguía el CGPJ, destartalándose en medio de un bloqueo que por fin ha terminado para constatar que, después de muchas vueltas, volvemos al reparto bipartidista de toda la vida. Diez vocales para ti, diez vocales para mí. Sin Junts ni PNV ni Podemos ni Sumar.
Entre los jueces hay bastante alivio. En Bruselas, también. Hay alivio en el PSOE, porque Sánchez no ha tenido que demostrar si vencido el ultimátum era capaz de ese órdago caciquil de renovar los jueces a las bravas. Y hay también alivio en Génova: Feijóo ha logrado un cierre de filas, por lo menos aparente.
Están todos tan contentos ahora con el acuerdo que ya les vale haber tardado más de dos mil días en lograrlo.
¿Moraleja?
Llega tarde el desbloqueo de la justicia, pero es una buena noticia.