Las elecciones las ha perdido el antisanchismo. Y andan algunos muy sorprendidos por ello buscando a quién culpar. Que si han sido las encuestas, los medios, las cámaras de eco… Bien pensado, tiene sentido que si el sanchismo echaba la culpa a los medios de sus males, ahora sea el antisanchismo el que le copie la excusa. En realidad, se necesitan tanto mutuamente que es inevitable que acaben pareciéndose.
Si fuera un fenómeno meteorológico, el antisanchismo sería la niebla. Y hay que tener mucho cuidado con la niebla. Puede ser muy peligrosa. El mayor peligro de la niebla no es la niebla en sí, sino todos los peligros que te tapa. Los devotos del antisanchismo iban a tientas y no veían el problema.
Y eso que lo tenían pegandito. Cada vez más cerca. Pero el antisanchismo lo nublaba todo, desde la necesidad de ilusionar con un proyecto de país alternativo al peligro de acercarse tanto a un partido como Vox en un país en el que el 70% de la sociedad está a favor del aborto y la eutanasia, el 80% defiende el matrimonio igualitario y al 80% les preocupa mucho el cambio climático. Cómo de espesa debía de ser la niebla para no ver cuánto reparo genera en la sociedad asociarse con quien niega todo esto.
Tanto caracterizarlo como el epítome de todos los males que es normal que ahora anden los antisanchistas desconcertados por cómo puede haber tanta gente que no rechace a Pedro Sánchez, o no lo suficiente, que no vea el peligro que supone para España, que no haya votado para echarlo de la Moncloa.
Lo más inquietante de todo, no es que el antisanchismo se equivoque, es, sobre todo, la hipótesis de que tenga razón. Es decir, que Sánchez y sus socios sean tan peligrosos como los pinta. Más delito tiene entonces no haber sido capaz de derrotarlo abrumadoramente en las urnas.
Y eso es lo verdaderamente desolador para el antisanchismo. Si fuera cierto que Sánchez es el mismísimo demonio, o al menos alguien capaz de pactar con él… Si tanta gente ha considerado que esta es la menos mala de las opciones… cómo será la otra.
¿Moraleja?
Para ir digiriendo el resultado de las elecciones, necesitamos unas vacaciones.