Hoy se cumple un año de la masacre en la que los terroristas de Hamas entraron por sorpresa en Israel, mataron a 1.195 personas y secuestraron a otras 251. Atacaron bases militares, vecindarios enteros y una rave de música electrónica en la que los jóvenes que bailaban encontraron el horror al amanecer. Los terroristas de Hamas los dejaron muertos en la pista de baile, en los coches, en la carretera y en los campos cercanos donde miles de chavales trataban de huir del terror.
Se cumple un año de aquel sábado en el que todo cambió. El país que se creía una fortaleza inexpugnable, descubrió de la manera más cruel que no lo era tanto. La inteligencia y el Gobierno israelí tenía indicios de que Hamas planeaba un ataque de ese tipo pero lo desestimaron porque no lo creían posible. Se equivocaron. Y un año después, el Gobierno de Netanyahu sigue sin asumir los errores militares y políticos que contribuyeron a los ataques del 7 de octubre.
Un año después, siguen desaparecidos cerca un centenar de los secuestrados que el Gobierno israelí prometió rescatar (y 35 de ellos ya han sido declarados fallecidos). Pero el día más letal de la historia de Israel no solo ha cambiado Israel. Un año después, Gaza está devastada por los bombardeos masivos que Netanyahu ordenó en respuesta a los atentados de Hamas. Y el horror del 7 de octubre es un aniversario que marca también el inicio de la secuencia de aniversario de muchos de otros horrores que vinieron después en su nombre.
Empezaran a cumplirse pronto un año de los bombardeos a hospitales, escuelas y ciudades enteras en Gaza. Un castigo colectivo que solo en Gaza lleva más de 40.000 muertos y millones de desplazados más que no tienen dónde huir.
Un año después, Israel está involucrado simultáneamente en ofensivas terrestres y aéreas en Líbano y en lo que queda de Gaza, pero también puede tomar represalias contra Irán en cualquier momento. El riesgo de guerra total en la región aumenta. La seguridad, no.
¿Moraleja?
Se cumple el primer aniversario, tanto horror no era necesario.
