El nuevo seleccionador ha recurrido a futbolistas emigrantes con hambre. Alguna duda habrá dejado Ceballos a Zidane, que anoche nos recordó a Iniesta. A Kepa, que tampoco lo quiso. Asombroso también el partido de Jesús Navas, pero asombroso es su estado de forma y como se ha reconvertido en un lateral serio, seguro pero que se convierte en extremo peligrosísimo cuando llega la oportunidad.
Ese estado de forma es el premio que concede la naturaleza a los futbolistas que se cuidan tanto como se ha cuidado Navas, del que nadie recuerda un solo escándalo nunca. Muy bien Fabián, el hijo de la señora de la limpieza en el Betis, que también el destino está premiando su talento y su sacrificio, ahora jugando en el Nápoles, pero que tanto ayudó anoche a la selección, como Paco Alcácer, otro de nuestros emigrantes en Alemania, jugando en el Dortmund y dándole mucho gol a esta selección y abriendo muchos huecos.
Pero me gustó su confianza cuando se quedó con diez, por expulsión, y la presión que hicieron los jugadores españoles para recuperar la pelota cada vez que la perdían, y la perdían pocas veces y la recuperaban con mucha rapidez. Sí, me gustó anoche la selección, y el nuevo seleccionador. Hay motivos suficientes para crearnos ilusiones con ellos.