No nos hagamos daño

Jorge Freire: "Caminemos"

Jorge Freire reflexiona en 'Más de uno' sobre el camino de cada uno en la vida, aunque a veces podamos perdernos.

ondacero.es

Madrid | 11.04.2023 08:36

Esa era una de las dedicatorias que Fernando Sánchez Dragó, que ayer rindió el alma a los 86 años de edad y unos cuantos menos de espíritu, ponía en su novela 'El camino del corazón'. Entiendo que todos los periódicos tenían preparado su obituario desde hace más de una década. Dragó era, al fin y al cabo, uno de los escritores más longevos de este país, y estas cosas en las redacciones son de rigor. No es mi caso. A mí la noticia me ha pillado a contrapié. Para quienes estábamos acostumbrados a su juventud eterna y contagiosa, su muerte, ya de por sí inesperada, ha sido especialmente difícil de asimilar. Yo solía decir, entre bromas y veras, que el tío me llevaba cincuenta años y que, sin embargo, era más joven que yo. Así que comprenderás que no me vea capaz de decir nada especialmente ingenioso.

Sea como fuere, Rilke, el poeta alemán, decía: "si podéis vivir sin escribir, no escribáis". En este país todo el mundo escribe pero hay pocos escritores. Quizá el último haya sido Dragó. Es curioso que con 83 "castañas" a cuestas escribiese el que es, a mi juicio, el mejor de todos sus libros: 'Galgo corredor', el segundo volumen de sus memorias, donde daba cuenta de su peripecia antifranquista en el año 56, en compañía del redivido Tamames, Elorriaga, Ruiz Gallardón padre et alii. Y así, de peripecia en peripecia y de libro en libro, se mantuvo firme en el vivire pericoloso y murió con las botas puestas y al pie del cañón, como buen artillero. Heráclito decía que carácter es destino. Dragó ha exhalado su último suspiro pluma en mano, o, lo que es lo mismo, con los dedos sobre el teclado.

Para concluir. Emerson decía en uno de sus versos más celebrados: me atrevo a trazar mi propio camino. Pues de eso se trata. Puede que en ocasiones nos extraviemos, acaso andemos errabundos, quizá nunca lleguemos a nuestro destino, pero entretanto andaremos nuestra senda propia. Conque caminemos y no nos hagamos daño.