Dice que cree que debe su éxito profesional a las relaciones que ha entablado, no sólo con los periodistas sino también con las comunidades de la Franja de Gaza. A las que dice que nunca ha visto como simples historias o números sino como a ella misma, como a seres humanos.
Conoce la Franja como la palma de su mano, ha hecho desde guía hasta traductora. Y se ha ganado el respeto de los compañeros que cuando empezó no se lo pusieron muy fácil. Desde entonces ha cubierto junto a periodistas extranjeros todos los conflictos entre israelíes y palestinos que se han producido en su casa. Durante la operación Plomo Fundido en 2008 por ejemplo, salía temprano de su hogar dejando a su pequeña de 6 meses sin saber si los bombardeos le permitirían volver a verla. Y todo por amor a su tierra.
"Hago este trabajo porque creo que si no faltaría por contar una gran parte de la historia de Gaza", dice Ameera. "Hay muchas historias que podría narrar sobre mi país. Y no todas son negativas. Amo mi país, y a pesar de las pésimas condiciones, por el bloqueo, la pobreza, el desempleo, hay vida. Hay personas que tienen un sueño, y personas increíbles, llenas de energía", añade.
Cuenta que se ha ganado el apodo de "Miss Rambo" y que Gaza es el único lugar del mundo árabe donde musulmanes y cristianos viven en estrecha comunión. También que es un trabajo difícil y peligroso que no puede evitar. "Pero cuando oigo el ruido de los bombardeos salgo directa hacia allí, porque quiero estar allí la primera, porque estas historias deberían contarse".