“Todos los lugares tienen música, es necesaria para la supervivencia y más en un sitio donde hay 2.000 personas en una cárcel prevista para 340 era una cuestión de fe pero tenía la seguridad de que habría buenos cantantes y compositores allí", asegura Brennan.
En sólo dos semanas y a cambio de dar clases a guardias y prisioneros, Brennan dio forma a su idea con 20 canciones, 18 de ellas compuestas por los prisioneros en su lengua aborigen. Sus títulos reflejan sus vivencias y modo de vida: “No mataré más”, “No me odies” o “Veo a todo el mundo muriendo de Sida”, son sólo tres de ellos.
"Mi música es sólo para tener alegría en todas partes, necesitamos hacer algo para divertirnos y por eso me gusta cantar", asegura uno de los presos allí presentes.
Del proyecto ha salido un disco: “I have no everything here” que los Premios Grammy ha incluido hace unos días en la lista de nominados en la categoría Música del Mundo para el año que viene. Gane o no el galardón, en la prisión ya se ha notado: tres de sus componentes han visto su sentencia anulada (algunos sólo cumplían condena por retrasos burocráticos) y los jueces revisan la situación de otros tres.