HISTORIA DE BEATRIZ RAMOS

Abu Jaafar, el intermediario entre los refugiados y los traficantes de órganos en Líbano

Abu Jaafar trabajaba como guarda de seguridad en un bar, pero todo cambió cuando conoció a una banda que traficaba con órganos. Y su empleo desde entonces consiste en encontrar a gente sin nada que perder, y convencerles. Su "oficina" es un pequeño cuarto dentro de un café en un suburbio del sur de Beirut. Ahí ha negociado 30 ventas de órganos en los últimos 3 años. Uno de los últimos, un adolescente de 17 años, que huyó de Siria tras perder a su padre y sus hermanos, y que relata su caso a la BBC .

Beatriz Ramos Puente | @Ramos_Puente

Madrid | 09.05.2017 06:53

"Me encontré con él de noche, me vendó los ojos. Tenía mucho miedo. Me pagaron 8.000 dólares". Dinero que ya ha gastado en deudas y para mantener a su madre y sus 5 hermanas. A veces los médicos operan en casas alquiladas, transformadas en clínicas temporales. Cuando acaban, Jaafar conduce a los refugiados de nuevo a su casa. Y sigue en contacto con ellos una semana más o menos. Después ya no le importa lo que les pase porque él ya ha cobrado su comisión.

"Yo exploto a gente como este adolescente. Algunos de mis clientes hubieran muerto de cualquier forma en la guerra. No me importa si mueren después". Dos días después de la operación, el joven seguía muy dolorido a pesar de los calmantes. Y con los vendajes ensangrentados.

"Tomo calmantes todo el tiempo. El dolor es insoportable y estoy exhausto", declara, "me arrepiento de haber vendido mi riñón pero, qué podía hacer. Estaba desesperado, no tenía otra opción". Jaafar dice que no sabe dónde van esos órganos, aunque cree que son exportados. Y asegura que es un negocio que está en auge.