Como la memoria es frágil conviene recordar que el único objetivo que tuvo la rebaja de la malversación que promovió Pedro Sánchez fue la de beneficiar a sus socios parlamentarios, los independentistas que habían cometido graves delitos, entre ellos la malversación, durante el procés. No había otro objetivo, no había otra finalidad y además esto se confesó sin ningún reparo por parte del Gobierno, que no se molestó en justificar las razones por las que consideraba que la corrupción debería salir más barata en España. Ahora la Comisión Europea quiere armonizar en todos los países europeas la legislación contra la corrupción pero, claro, armonizar se refiere a endurecer. Ósea, en el sentido contrario a la reforma del Gobierno, que lo que pretendía, no era que España se pareciera a ningún país, sino más bien librar de sus penas a unos delincuentes muy concretos con lo que mantiene un pacto de legislatura.
Hoy le han preguntado a Pedro Sánchez por los planes de la Comisión y, además del proverbial cuajo para la mentira del presidente, lo que dice demuestra su fé inquebrantable en la amnesia social de los españoles. Porque esta reforma fue, como quien dice, antes de ayer. Es todavía una propuesta de la Comisión, que luego tendrán que ratificar los estados y el europarlamento y que pueden introducir cambios, pero lo que ya es un hecho incontrovertiblees la reforma del Gobierno español y decir que tenía otro fin que no fuera el favorecer a unos delincuentes muy concretos, sencillamente es mentir.
No es que Pedro Sánchez se haya puesto de repente a dar ruedas de prensa o a someterse a las preguntas de los periodistas. No, por favor. No esperen que se ocurra próximamente. Es verdad que los presidentes no suelen apreciar la labor de fiscalización de los periodistas, pero lo de Sánchez culminará la legislatura con mayor desprecio por el escrutinio que jamás haya protagonizado presidente alguno. Hay que esperar a que venga un mandatario y así tenerlo presente sin que pueda eludir alguna pregunta. Así pasa luego lo que pasa, que estas comparecencias conjuntas son noticia por alguna cuestión doméstica.
Termina la visita de Gustavo Petro a España y la comparecencia conjunta con Pedro Sánchez ha vuelto a estar dominada por la política nacional. Al fin ha dicho algo del placaje a Félix Bolaños en los actos del 2 de mayo. Después de varios días de silencio y después de esta contestación tan vaga, imprecisa, vaporosa y deliberadamente ambigua, se puede dar por zanjada la contienda con Ayuso, por incomparecencia del gobierno central. Han dejado un poco solo a Bolaños. También ha habido tiempo para hablar de importantes asuntos que afectan a las relaciones bilaterales entre España y Colombia. Le han preguntado a Petro por a qué se refería cuando denunció el yugo español que estaría sojuzgando a su pueblo. La respuesta no ha sido concluyente. No ha dicho nada, claro. Esto es puro cantinfleo, pero al menos ha tenido la delicadeza de no repetir la afrenta. Ahora bien, con esto del yugo en realidad el insulto no era para España sino para Colombia que es a quien le tocaría el papel de buey. Petro le ha pedido a Sánchez que le ayude a sacar al ELN de la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea. Un poco de historia, el ELN es la guerrilla más antigua del país, ha practicado el reclutamiento forzoso de niños, ha matado no a cientos, a miles de personas y ha secuestrado a casi siete mil.
De la información económica hay hoy buenas noticias. Empezando por la confirmación de que aunque el Banco Central Europeo ha elevado los tipos de interés ya se vislumbra el fin de esta escalada en el precio del dinero. Hay augures que se dedican a escrutar los gestos y las palabras de los responsables de los bancos centrales y hoy atisban en el horizonte el fin de las subidas de tipos. Lo que daría un respiro a las sufridas familias que hoy padecen una hipoteca a tipo variable.
La otra buena noticia es el paro. Se han creado 238mil empleos en abril. El 52% en la hostelería, de manera que la Semana Santa se dibuja como el principal impulsor del empleo en España. El otro es el Estado, porque la mayoría de empleos que no van a la hostelería son para los servicios públicos lo que indica que efectivamente el Estado se está convirtiendo en el gran empleador y no sé si es lo que le da dinamismo a una opinión. Ahí empiezan las divergencias con el Partido Popular, y en concreto con su líder Alberto Núñez Feijóo, que le dice al Gobierno que no se puede tirar fuegos artificiales por la marcha de la economía cuando la deuda pública crece sin control y cuando España mantiene algunos indicadores bastante vergonzoso si se los compara con los de los llamados países de nuestro entorno.