LA BRÚJULA

La carta de Ónega a las vicepresidentas Nadia Calviño y Yolanda Díaz

Fernando Ónega dirige su carta en La brújula a la ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

Fernando Ónega

Madrid | 13.05.2022 23:57

Buenas noches a las vicepresidentas primera y segunda del Gobierno, señoras Calviño y Díaz.

Es un placer saludarlas una noche tan tranquila como esta, comienzo de puente en parte de España, y la gente tratando de olvidar los líos de la semana: los espías, los contraespías, el CNI, el precio del aceite, la guerra, o los amoríos de Rusia y Puigdemont. Felizmente, ninguno de esos líos las salpica directamente a ustedes, con lo cual se pueden dedicar a sus labores ministeriales.

Usted, Nadia Calviño, a tranquilizar al personal anunciándole que no hay inflación que cien años dure. En los ratos libres se sale de la foto si es la única mujer. Y usted, Yolanda Díaz, a derrochar euforia con los datos del empleo, levantado la uve de la victoria por los contratos indefinidos. En los ratos libres, que también tiene, no quiere salir en la foto de la coalición de izquierdas en Andalucía, no sea que hablemos como su mentor. Pablo Iglesias: un mal comienzo para su gran aventura.

Y de pronto, el diablo, que cuando no tiene que hacer con el rabo mata moscas, les colocó un trapo de fácil entrada: la baja laboral en caso de regla dolorosa e inmovilizante. A mí me pareció que un asunto laboral, metido en una ley de aborto le iba a irritar a usted, señora Díaz, y le iba a exigir a Irene Montero: saca tus manos de mi plato. Pero me equivoqué como siempre.

Usted, Yolanda, saltó cuando le escuchó a Nadia que temía que eso estigmatizara a la mujer, y usted cree que lo que estigmatiza a la mujer es que no se reconozcan sus características de mujer. Me gusta la contienda. Más allá del conflicto en sí, es un clásico de este gobierno tan entretenido. Un Consejo de Ministras sin los líos de Calviño y Díaz sería un Consejo de Ministras desangelado. Sería el famoso jardín sin flores. Sería un Consejo sin alma, y ustedes le aportan dos.

Si un día cesan, Dios no lo quiera, les propongo que hagan bolos por provincias. Llenarían los teatros. Y yo me ofrezco para hacerles la publicidad: “¿Farsa o pelea real? Compruébenlo ustedes mismos esta noche en el Teatro Sánchez. No se pierdan el espectáculo del siglo”. Y al final de su actuación, yo subiré al escenario con un tampón sin IVA a decir: “el desestigmatizador que lo desestigmatice, buen desestigmatizador será”.