LA BRUJULA

La carta de Ónega a Bilbao: "Eres la ciudad que más has cambiado para bien"

La carta de Fernando Ónega dirigida a la capital de Vizcaya, Bilbao

ondacero.es

Madrid | 13.12.2021 23:31

Y buenas noches, Bilbao, calles y tierras de Bilbao, gentes de Bilbao que a tantos emigrantes de mi pequeño pueblo gallego habéis acogido. Cuando yo era niño, no había familia de mi aldea que no tuviera a alguien en Bilbao y volvían cada verano con aire de triunfadores y uno de mis recuerdos de infancia es el de aquellos emigrantes dando a sus hijos elementales clases de lengua vasca, vigilando que no pasase por allí la Guardia Civil. Y esos gallegos vascos celebraban en Bilbao sus fiestas nacionales de Galicia y alguna vez fui invitado y allí conocí a políticos como Iñaki Anasagasti, que me regaló un libro titulado 'Castelao y los vascos', libro que conservo y fue como una señal de alianza entre dos pueblos. Me acordé de ese regalo cuando Yolanda Díaz le entregó al Papa Francisco el 'Follas Novas' de Rosalía de Castro.

​Pero no te escribo, Bilbao, para estas nostalgias. Te escribo para no perder la oportunidad de saludar una vez más a ese prodigio que eres. Creo no exagerar si digo que eres la ciudad que más has cambiado para bien. Hace poco, tan poco que yo lo he visto, tu Gran Vía era una calle señorial, pero oscura y de fachadas renegridas. Tan renegridas, que inspiraron a don David Álvarez la creación de una empresa de limpieza que hoy es la multinacional Eulen, con actividad en medio mundo. Y de pronto, como si te hubiera tocado la vara mágica de un hada, aquellos señoriales, pero sucios palacios, se convirtieron en joyas arquitectónicas de postal. Y hoy lucen emblemáticas les sedes de la Diputación Foral. Y más allá, la Subdelegación del Gobierno que fue casa de mi hermano y la Casa Consistorial y la Real Academia de la Lengua Vasca y los teatros, el Arriaga y el Campos Elíseos y esa preciosidad más pequeña llamada Palacio Olábarri o las Casas de Ramón de la Sota. Brillantísima arquitectura civil que casi deja pequeña la religiosa de la catedral de Santiago o la Basílica de Begoña o la iglesia de San Antón. Y lo más moderno, Bilbao: las Torres Isozaki de Abando, el Guggenheim, tu símbolo mundial. O la sede de Osakidetza. O los nuevos puentes. O la torre de Iberdrola.

​Eres muy grande, Bilbao. Muy grande y muy ejemplar. Y no hablé de tus txokos. Ni hablé de tus pintxos. Ni de mis cenas en las siete calles, ni de los platos al pil-pil, ni siquiera del txacolí. Los dejo para otra carta. Hoy solo he querido asomarme a esta ventana de La Brújula para decirte desde la distancia: ¡cómo se te admira, Bilbao! Lo digo de forma enamorada: ¡cómo se te quiere, Bilbao!