Madrid |
La frase de Obama tenía una versión española sui generis en labios de Rivera, Ni rojos ni azules. Para eso nació Ciudadanos, para ser puente entre bloques, diluir su virulencia y hacer viable la gobernabilidad. Ayer los electores vieron claro que si no servía para eso, ya no servía. La crudeza de los españoles enviando ese mensaje es inapelable. Por eso se va Rivera.
Pedro Sánchez pidió a los electores que dijeran más alto y más fuerte que lo querían de presidente. Y sí, han dicho que lo quieren de presidente porque no hay otra opción, pero se lo han dicho bajito y muy cabreados. Un tiro en el pie que añade daños, no colaterales sino estructurales, porque hay una extrema derecha con fuerza suficiente para presentar mociones de censura, ir al tribunal constitucional y para ser invitados en los actos institucionales más importantes. A por ellos, gritaron anoche. Ahí están, estamos, todos los que no son “ellos”. La alegría de Le Pen y de Salvini es la prueba del algodón. En definitiva, el estratega del PSOE merecería tener hoy la misma consideración que el de Ciudadanos. Una incompetencia “Redonda”. Una pedrada en toda regla.
En cuanto a Pablo Casado, pues lo tiene también difícil. Ni puede alimentar al monstruo ni puede dejarles el camino expedito. ¿Cómo se hace eso?
Por último Pablo Iglesias. “¿Se duerme mejor con 52 escaños de extrema derecha que con ministras de Unidas Podemos?”. La pregunta que planteó a Pedro Sánchez retumbó anoche en todas las orejas de izquierda, pero olvidó Iglesias que una vez tuvo 71 diputados y está en 35. Los errores no los cometen solo los demás.
¿Gobierno o terceras elecciones? Gobierno sí o sí dijo Sánchez. Redondo igual no lo sabe, pero él sí: otras elecciones y Sánchez llegaría al pacto del abrazo con Rivera, el de los cadáveres políticos.
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