A pesar del optimismo oficial sobre la marcha de la economía, los datos son muy testarudos. Cada año, desde que empezó la crisis, no ha dejado de incrementarse el número de compatriotas en edad laboral que se han visto obligados a emigrar. Es probable que buena parte de ellos estuvieran apuntados en las oficinas del INEM y que ahora, claro, ya no estén. Esas cuentas son las que nunca escuchamos cuando se habla de la rebaja del número de parados. O sea, si se fueran otros cuatro millones de desempleados nos quedaríamos aquí con pleno empleo. Los magos modernos de la economía hacen auténticas filigranas con los números. Hasta que llega el INE y nos da un baño de realidad.