Lo que prometía ser una velada armoniosa acabó en un fortissimo de reivindicación laboral. En un hecho insólito y con más drama que un solo de violín roto, la Orquesta Sinfónica de Bilbao sorprendió a su público este jueves... interpretando solo siete minutos de concierto antes de bajarse del escenario.
Todo comenzó como de costumbre: batuta en alto, silencio expectante, primeras notas. Pero, tras esa breve pieza de apertura, el director saludó… y no volvió. Dos músicos tomaron el relevo, no con un allegro, sino con una declaración firme: “Llevamos un año y medio intentando negociar un convenio justo”.
De los casi 90 músicos que debería haber sobre el escenario, quedaron apenas 15. El público, perplejo, reaccionó con una mezcla de aplausos, confusión y un murmullo de fondo entre los que conocían lo que pasaba y otros que se veían sorprendidos sin comprender que estaba sucediendo.
La organización suspendió el concierto y anunció la devolución de entradas. Algunos asistentes, como una pareja llegada desde Francia, se quedaron con cara de fa sostenido sin entender la decisión. Otros, en cambio, apoyaban totalmente a los músicos y sus reivindicaciones.
La protesta no va de notas, sino de plazas: los músicos exigen recuperar diez puestos perdidos en los últimos años y critican las contrataciones temporales que cambian de cara más que una ópera de Wagner. Desde la dirección, el director Ibon Arambarri acusa al comité de querer “trabajar menos” y asegura que había una cita pendiente para mayo.
El sindicato ha dejado claro que no van a retroceder si no se les da lo que piden y han evidenciado que en Bilbao las sinfónicas saben cómo marcar el ritmo de la protesta.
