La mujer fue llevada a un polígono industrial con la falsa promesa de una oferta de empleo. Una vez allí, la obligaron a trabajar 12 horas sin ingerir ningún alimento.
Le habían retirado la documentación para evitar su huida y sólo abandonaba la vivienda para ejercer la prostitución. Según la Policía Nacional, cuando se quedó embarazada, el hombre la obligó a continuar prestando servicios sexuales mientras era golpeada.
La mujer del presunto proxeneta actuaba como cómplice captando a clientes en el polígono y controlando a la víctima, a la que también agredía cuando consideraba que no estaba trabajando lo suficiente.
El individuo obligó a la víctima a dar a su bebé en adopción, para seguir explotándola sexualmente en Portugal hasta que ella logró huir y regresó a España para denunciarlo.