Más preocupados por la competitividad que por la ecología

¿Qué está en juego en las próximas elecciones europeas?

Altos funcionarios en Bruselas creen que el auge de la extrema derecha será menor de lo previsto. Más allá de las futuras alianzas, la futura Comisión tendrá que enfrentar retos incómodos de los que, de momento, nadie habla. Al menos, públicamente.

Asun Salvador

Madrid | 24.05.2024 18:07

Fotografía de archivo de un pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia).EFE/ Patrick Seeger
Fotografía de archivo de un pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia) | EFE/ Patrick Seeger

Meloni sí, Meloni no. Es lo que más se ha destacado de las casi dos horas de debate en Bruselas entre los cinco candidatos a presidir el próximo ejecutivo europeo, designados respectivamente por populares, socialistas, liberales, verdes e izquierda europea. En el Parlamento actual también hay dos grupos de extrema derecha. Uno de ellos es el de los Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) del que forman parte Fratelli d'Italia -el partido de la primera ministra italiana- Vox y otras 19 siglas de casi una veintena de países. En el otro grupo, Identidad y Democracia (ID), se integran la Liga de Matteo Salvini, el partido de Marine Le Pen -Reagrupamiento Nacional- y los alemanes de Afd, entre otros. Ninguno de esos grupos ha designado candidato a la presidencia de la Comisión y, por lo tanto, no han participado en el gran debate del inicio de la campaña.

La ultraderecha, ausente, fue la gran protagonista

No estuvieron, presencialmente, pero fueron los grandes protagonistas por alusiones -por las presiones de todos a Von der Leyen para que ella se posicionara sobre posibles pactos- y, especialmente, cuando la actual líder del gobierno comunitario afirmó que con Giorgia Meloni ha trabajado "muy bien" en esta legislatura y destacó de ella que es "claramente pro-europea" y que está "contra Putin".

¿Y Viktor Orbán? Nadie preguntó por él en el debate. Quizá porque su partido, el Fidesz, se quedó como independiente tras las anteriores elecciones europeas, sin adscribirse ni al grupo de los identitarios ni al de los ultraconservadores, pero su posición y su peso en el futuro Parlamento pueden ser bien diferentes. Las encuestas le conceden hasta 14 diputados en esta contienda y fuentes del Grupo Popular Europeo creen que será él quien aglutine a la mayor parte de la ultraderecha a partir del 9 de junio. "Va a a intentar que estos dos grandes grupos (CRE e ID) lleguen a una especie de grupo único", señalan esas mismas fuentes.

Ese gran grupo a la derecha del PP sería el segundo en escaños, suponiendo que se cumplieran las proyecciones -a las que algunos funcionarios comunitarios no terminan de dar crédito- y podría alcanzar acuerdos de mínimos aunque luego funcione por bloques nacionales. Al tiempo, desde el Grupo Popular en Bruselas recuerdan que el primer ministro húngaro será quien presida el Consejo de la Unión Europea en el primer semestre de 2025, "y quiere que en el Parlamento también haya una fuerza disidente", afirman.

Ucrania, China y Trump

El primer año completo de la nueva legislatura, ese 2025, arrancará también con un nuevo presidente en EEUU. El mantenimiento de las relaciones transatlánticas ante una posible victoria de Donald Trump, la gestión de la evolución incierta de la guerra en Ucrania y la necesidad acuciante de aumentar la competitividad de las empresas europeas frente a China serán tres grandes desafíos para la futura Comisión, pero no los únicos.

Fuentes populares europeas añaden que la nueva Comisión tendrá que presentar un nuevo marco financiero en 2025 y ahí tendrán que incluir su propuesta sobre cómo empezamos a devolver la deuda de los Next Generation, los fondos que la Unión Europea destinó a combatir los efectos de la pandemia del COVID-19, lo que ha generado una deuda con los mercados de más de 640.000 millones, un tercio en intereses, que hay que devolver de aquí a 2058. "Se va a repetir el debate de la austeridad", advierten.

Qué fue del Pacto Verde

No obstante, de esto último tampoco se habló claramente en el debate de aspirantes a la presidencia de la Comisión. En el capítulo de economía, izquierda y verdes repitieron postulados ya conocidos: el compromiso con la reducción de la pobreza y el respecto a los derechos de los trabajadores, las propuestas en políticas que regulen y garanticen el derecho a la vivienda o la transición hacia una economía verde.

El Pacto Verde se aprobó en 2020 y se vendió como uno de los grandes logros del gobierno de Von der Leyen para reducir las emisiones y conseguir la neutralidad climática en 2050. A ese gran fin habría que haber ido adaptando toda la normativa europea, pero los efectos de la pandemia y de la Guerra de Ucrania hicieron escasear algunas materias primas y provocaron la subida de los precios de la energía, entre otros efectos. Y las prioridades empezaron a cambiar. Algunos especialistas en asuntos comunitarios creen que el debate y el interés por el cambio climático está muy superado en una Europa que nada tiene que ver con la de 2019. Fuentes socialistas europeas reconocen que la "aplicación del Pacto Verde no va a ser fácil" y que habrá que ir poco a poco en la consecución de los objetivos climáticos aunque rechazan la idea de que haya que cambiar de perspectiva: "hay que combinar el Pacto Verde con la competitividad", concluyen.

Muchas preguntas que tenían una respuesta sencilla, ya no la tienen

Los sondeos y los expertos dibujan una Europa especialmente preocupada por la Defensa (casi un tercio de los europeos la sitúan como una de sus principales preocupaciones de cara a estas elecciones) y por no repetir la dependencia de países como Rusia. El catálogo de los desvelos es más amplio que en las elecciones europeas de hace cinco años y las posibles soluciones mucho más complejas. "Lo que está en juego es nuestra forma de vivir, nuestra democracia y nuestra autonomía estratégica", sentencia Jaume Duch, portavoz del Parlamento Europeo, que hace un diagnóstico certero de lo que tenemos por delante: "muchas preguntas que tenían una respuesta sencilla, ya no la tienen". Para este funcionario con vasta experiencia en las instituciones comunitarias, lo que está en juego "no es sólo el mercado interno o las políticas medioambientales, es nuestro futuro desde todos los puntos de vista".