El silencio de Pedro Sánchez tras la debacle de las elecciones en Galicia es atronador. Tanto que muchas voces -de las suyas y no tan de las suyas- se atreven a hacer por fin autocrítica ante los medios. Aunque algunas críticas, si lo son, no lo parecen, porque culpan al PP de adelantar las elecciones del 18F para perjudicar al "desconocido" Gómez Besteiro. Pero por primera vez esas voces hablan "sin permiso" de cuestiones graves como el liderazgo de unos y otros, de estrategias equivocadas como la de Galicia - con cinco líderes del PSdeG en pocos años, decía un diputado socialista- y de la necesidad de hacer caso a los que plantan cara a la dirección de Ferraz, desde el extrarradio del partido, como el socialista manchego García Page. Y por último, el gran anatema hecho pregunta: ¿es momento de quitarse la pegatina de "partido amigo de los soberanistas"?
"No podemos dar la imagen de amiguitos de la izquierda nacionalista".
Por primera vez en muchos meses los mensajes oficiales que salen desde el atril de Ferraz huelen a cambio de receta. Y se resumen -quién lo iba a decir- en lo dicho por el más crítico, Emiliano García Page: "El producto de estas elecciones (gallegas) era regional, pero el guiso era nacional". O como dijo la portavoz oficial Esther Peña: "El PSOE gana cuando tiene un proyecto".
Puede decirse que el PSOE saca su primera gran conclusión: Ser el partido que siempre se apoya en los soberanistas no les hace ganar, solo pactar. El PSOE no ha tenido más remedio que hacerlo para gobernar, pero de cara a las próximas elecciones -señalan algunas voces internas- no podemos dar la imagen de amiguitos de la izquierda nacionalista".
Susana Díaz, a Sánchez: "Hay que contar hasta con los que te puedan incomodar"
Desde el Grupo Parlamentario Socialista -unido y fiel a la dirección de Ferraz- el mensaje es parecido. Su portavoz, Patxi López, señalaba 48 horas después del fiasco gallego que "tenemos que demostrar que el cambio somos nosotros, que el cambio no es nacionalista". Unas palabras que bien podría suscribirlas el propio García Page, que lleva meses pidiendo un giro de timón. Pero las dice Patxi López, lo mismo que Esther Peña... ergo las asume o al menos las tolera el propio Sánchez. Algo se mueve.
No son los únicos en hablar. Otros críticos amables, pero críticos, como la senadora y exbaronesa histórica andaluza Susana Díaz o el líder de los socialistas madrileños Juan Lobato tiraban del mismo hilo en Más de Uno de Onda Cero y Espejo Público de Antena 3, reconociendo que hace falta por fin "tomar decisiones en un debate lo más colectivo posible" -decía Lobato y "contando incluso con quienes tienen voces disonantes que te puedan incomodar -decía Díaz- (en referencia a Pedro Sánchez).
Detectado el problema, se pone en marcha la solución... o no. Porque en el PSOE saben que tampoco corren buenos tiempos para hacer mudanzas. La hipoteca política de la Amnistía está por pagar a Junts y a ERC, pero la vida sigue y se acercan las próximas elecciones europeas. "Y en esas no podemos fallar" -señalaba en los últimos días un miembro del partido, convencido de que en Europa el PSOE por fin va a respirar. ¿Y luego? Luego están las elecciones en País Vasco y ahí vuelve el escenario gallego: ser comparsa del nacionalismo. Aunque dicen en el partido que el teatro de operaciones es diferente. "Porque las elecciones vascas ya serán otra historia y confiamos plenamente en el PNV para ser socios preferentes"-señalaba otro miembro del gobierno no hace demasiados días-.
En todo caso, ya hay una primera conclusión tras las elecciones gallegas. Ser o parecer socio del soberanismo... no sale a cuenta. El problema es que no ha sido una elección, sino una necesidad. Y en las próximas elecciones vascas y catalanas se repetirá la historia.