En tres autos, el juez de la Audiencia Nacional decreta prisión incondicional y sin fianza para estos tres detenidos en el poblado chabolista de La Cañada y Vallecas -Yassin El Mourabet (considerado el cabecilla), Abdessarek Essalhi (su presunto lugarteniente) y Walid Oudra-, todos ellos de origen marroquí.
El Mourabet influyó en la radicalización de Essalhi y éste en la de Oudra y en la de un cuarto que se encuentra huido, Mostafa Dahouti.
Tras este proceso, los dos últimos, "desde el pasado 18 de octubre, habrían aceptado como real una espiral apocalíptica que va a justificar según ellos mismos manifiestan de forma clara, expresa e inequívoca la comisión de acciones contra la vida de otras personas".
Entre las actividades desplegadas por Oudra, uno de los autos menciona la de informar a su controlador, Essalhi, de la existencia de un centro de practicantes de la rama sufí del islam justo debajo de su domicilio, en la calle Mantuano de Madrid, a los que "considera infieles y enemigos de la religión".
Andreu señala que el grado de radicalización de Oudra es tal que "comienza a exteriorizar su deseo de liberación espiritual, solamente alcanzable a través de conceptos divinos que desprecian el mundo real e idealizan la muerte y el paraíso que tras ella se halla".
"Su deseo exteriorizado en varias ocasiones pasa necesariamente por el combate y la aniquilación de todas aquellas personas que considera infieles por no cumplir la voluntad divina o ser enemigos del islam", sostiene Andreu.
Por todo ello, el juez les imputa por participación activa en organización terrorista, castigado con penas de entre 6 y 12 años de cárcel, o realización de actividades de captación o adoctrinamiento para intentar incorporarse a organización terrorista, que conlleva penas de entre 5 y 10 años de cárcel.