Invierno de 2010, Mallorca. Dos hermanas. Anna, la mayor, está casada con un hombre al que ya no ama y tiene una hija adolescente con la que no se entiende. Marina, la pequeña, es cooperante de una ONG y a veces echa de menos el tener una casa a la que volver por Navidad. Ambas se reencontrarán cuando una anciana desconocida les deja en herencia una panadería y un molino en Valldemosa.
Lo que parecía un asunto de trámite resultará para ambas un punto de inflexión: mientras tratan de averiguar quién es la mujer que las ha convertido en herederas, intentarán recuperar los años perdidos, abordarán conflictos familiares y cada una de ellas se enfrentará también a sus propios fantasmas. Y, de paso, entablarán una sólida amistad con otras dos mujeres. Una es Catalina, ayudante de la panadera fallecida. La otra, Úrsula, una escritora argentina de ascendencia alemana.
El personaje de Úrsula es uno de los varios guiños a la cultura germana que pueden encontrarse en la novela. Campos explica el porqué: "Viví durante tres años en Heidelberg, me dieron una beca para estudiar y me acogieron muy bien. Tuve unos profesores que me ayudaron en todo, conseguí mi primer trabajo de verdad en un festival de cine allí, unos amigos fantásticos, el primer amor. Le debo mucho a Alemania".