Hoy con Leleman venía pensando en... lo de Iborra con el Levante.
No cabe duda que el regreso de Ibo ha devuelto la sonrisa a los aficionados del Levante. Después de una aciaga temporada que acabó con el descenso a los infierno y de ver como uno de sus referentes, de sus leyendas, el comandante Morales abandonaba el barco en uno de los peores momentos, la vuelta del de Moncada ha sido un golpe de efecto tan maravilloso como los demuestra los casi de 2.000 granotas que ayer tarde quisieron dar la bienvenida al hijo pródigo en su regreso a casa.
Estoy seguro que Iborra aportará muchas cosas en el césped pero muchas más si cabe fuera de él. Iborra fue aquel joven capaz de renovar su contrato para no marcharse libre y que el Levante cobrara traspaso renunciando él mismo a esos millones que podría haber cobrado como carta de libertad. Iborra es de esos que aún lejos seguía a su equipo cada fin de semana y que cuando estuvo cerca, en el Villarreal, no dudaba en acercarse al Ciutat como un aficionado más. Iborra es de esos “rara avis” que te encuentras en el fútbol, de los que no olvidan sus raíces y los valores que le dio el equipo que le formó.
Ayer se preguntaba el porqué de tanto cariño, aseguraba no ser una leyenda y que le importaba poco o nada ser capitán. La explicación a lo primero es bien sencilla: el aficionado granota se siente identificado con los valores de sencillez, humildad y amor a sus mismos colores. Y esa misma explicación es la que hace que Vicente sea una leyenda en el levantinismo, un referente que merece más que nadie portar el brazalete de capitán.
No sabéis lo que me alegra su regreso. No soy levantinista pero me gusta ver a mis amigos que lo son ilusionados. Apenas he hablado con él en un par de ocasiones pero solo tenerlo delante te hace ver que es de esas personas que desprenden luz en un mundo, el fútbol, donde abundan las tinieblas. Así que… bienvenido de nuevo Vicente!