La concejala de la Tomatina, María Vallés, ha explicado a Onda Cero que la fiesta se tiene que suspender hasta el año que viene, y no solamente aplazarse "porque el tomate que se emplea se cultiva especialmente para el evento y no da tiempo a encargar una nueva cosecha". La decisión supone un duro golpe para Buñol, que hace años logró hacerse un hueco entre las fiestas más famosas del mundo, reuniendo cada último miércoles de agosto a miles de personas llegadas desde todos los rincones del planeta.
El Ayuntamiento dejará de ingresar directamente los 200.000 euros que recauda cada año por la tasa que aplica a las entradas. Pero según Vallés, el impacto turístico para toda la provincia de València "se calcula en más de dos millones, porque muchos visitantes aprovechan su participación en La Tomatina para hacer turismo durante unos días". Todo ello sin contar, además, el beneficio que el evento proporciona al comercio y la hostelería de Buñol y su comarca.
El Ayuntamiento explica en un comunicado que ha tomado la decisión “por la situación que hay -debido al coronavirus- y por no poder asegurar la seguridad de la que la Tomatina siempre ha hecho alarde. No podemos perder esa seña de identidad por estas circunstancias”, dice el escrito. En este sentido, en el comunicado la alcaldesa de Buñol, Juncal Carrascosa, asegura que "no se le escapa a nadie lo difícil que resultaría organizar nuestra fiesta más internacional en estas condiciones, donde no se podría garantizar las condiciones óptimas de control sanitario para los participantes". Desde el Ayuntamiento quieren hacer además una llamada a la tranquilidad "puesto que esta cancelación supone un modo de preservar la integridad de la imagen de esta fiesta".