El Valencia CF cierra el curso futbolístico 2022/2023 decimosexto, con 42 puntos a dos del descenso que ha marcado el Valladolid, con goles de canteranos que han dado la salvación con tres entrenadores en el banquillo y en el que Baraja, Marchena y todo su equipo han llevado a tierra firme en el último partido. Un equipo que ha recibido más goles de los que ha anotado, con un presidente fulminado, con una presidenta que habla muy bien pero en inglés y con un club que ha rememorado 1984 cuando se salvó en la última jornada para que dos años después se fuera al infierno de segunda. Sin fichajes en diciembre con un entrenador que abandonaba la nave dejando tirado a un equipo al que hace tiempo dejó tirado el que dice ser mandamás del club, Peter Lim.
Honor a quien lo merece, a los canteranos que sacaron las castañas de un fuego que ha sido real, a la valentía de una leyenda por ponerlos en el verde, a la afición que ha sumado más que muchos jugadores y ya está.
El Valencia ha vivido una de sus tres peores temporadas de la historia, no hay nada más que decir, no hay celebraciones por nada, hay hastío, sufrimiento y decepción aunque no venga de nuevas.
El Valencia estará en la primera división el año que viene, una frase triste como la tristeza que traslada un club sin rumbo, sin mando y sin ganas de reconducirlo. Un año atrás, muchos cambios que afrontar, confianza cero en que serán los correctos. Se acaba el año, un año donde solo se puede pedir perdons