Hoy con Leleman venia pensando en… en cuento de hadas que desde este verano vive Giorgi Mamardashvili.
El georgiano debutó ayer con su selección nacional. Vale que no le fue bien (le cayeron 4 goles a su equipo) pero no deja de ser otro paso más en la carrera de un portero que llegó sin hacer ruido pero que poco a poco ha ido dando pasos de gigante.
Llegó para el filial después de que su representante, Antonio López, lo ofreciera vía mail a todos los equipos de la primera división española. Solo unos pocos, uno de ellos el Valencia, contestó a la misiva del agente. Y al igual que demasiadas veces nos regocijamos en los errores de los secretarios técnicos a la hora de fichar, también debemos de alabarles cuando hacen bien su trabajo.
Porque eso es lo que hicieron Luís Martínez, Marco Otero y Jordi Jiménez, hacer bien su trabajo. Tal vez hasta ellos estén sorprendidos del ascenso meteórico del georgiano pero debieron ver en el guardameta de 20 años un diamante por pulir. Venía para jugar en el filial, ese que ahora mismo se encuentra en el pozo del fútbol español, a cambio de una cesión de 50.000 euros con opción de compra de 850.000 si se ejecuta antes de fin de año. Y a fe que se va a ejecutar. Buena no, buenísima operación para el Valencia.
Es cierto que aún no ha conseguido nada y que en el fútbol somos muy dados a endiosar a los futbolistas a las primeras de cambio. Pero Mamardashvili ha convencido a Bordalás, le ha quitado la titularidad a Cilessen y ha debutado con su selección. Hay portero y con Ochoto trabajando día a día con él estoy seguro… que lo habrá para rato.
