Hoy con Leleman venía pensando en… el artículo que recientemente le leí a Vicent Molins en Plaza Deportiva. Si no lo habéis leído, os recomiendo que lo hagáis.
Porque hacía una perfecta radiografía de las pretensiones del Valencia de Meriton. Hablaba el compañero de cómo poco a poco han ido despegando al club de sus raíces, de sus aficionados, de su ciudad pensando que ese terreno ya es suyo y solo suyo y que hay que buscar ser una marca global como lo puedan ser el Real Madrid o el FC Barcelona.
Coincido en todo lo que exponía en su artículo. Es una trampa mortal. Tratar de ser un club sin ciudad, una marca global sin el potencial para serlo es un error gravísimo. Entre otras cosas porque te lleva a desatender a los tuyos en busca de nuevos mercados que probablemente nunca llegues a conquistar y si o haces será para tener las migajas de lo que dejen aquellos que ya lo tienen conquistado.
Y lo que es más grave, ese intento de globalización, de desatención a tus propias raíces, de ser un club sin ciudad puede llevar a que las nuevas generaciones, ante esa desafección o desconexión, sean devoradas por esos clubes que si son marca global. Vamos que si el Valencia pierde su fuerza como local y destruye el vínculo de unión e identidad, hay mucho más riesgo que las nuevas generaciones acaben por ser del Real Madrid, Barcelona o equipos similares.
Por eso me preocupa. Porque como bien decía Vicent, el Valencia nunca ha sido más fuerte a nivel global que cuando lo ha sido a nivel local. La casa se empieza y se sostiene por abajo, nunca por el tejado…